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Respuestas a editoriales sobre infiltración de alias Calarcá y paro armado del ELN

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16 de diciembre de 2025 - 05:00 a. m.
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Un rechazo objetivo a las amenazas

A propósito del editorial del 1 de diciembre, titulado “La amenaza de Calarcá a ‘Noticias Caracol’”: estoy de acuerdo en que se debe rechazar cualquier amenaza contra los medios de opinión y comunicación. Tengo un “pero”, y es que ese rechazo también debe ser prudente y objetivo, sin convertirlo en un “toma y dame” para ver quién grita más y descalifica en mayor grado, y como en este caso, también de manera apresurada.

Los cuestionamientos y preguntas que han surgido sobre la oportunidad, el contenido y la forma en que se presenta “la noticia” por parte del canal Caracol llevan a muchas personas, como yo, al igual que a otros medios, a cuestionar y poner en duda la veracidad de lo publicado.

Esperemos a ver los resultados de las revisiones de los hechos presentados.

Pedro Eduardo Gamboa M.


El desarrollo rural para combatir el terrorismo

En respuesta al editorial del 15 de diciembre, titulado “Otro diciembre y otro paro armado del ELN”. ¿Cómo podemos contrarrestar el terrorismo? Apoyando las iniciativas del presidente saliente Petro y de todos los colombianos que, desde cualquier orilla ideológica, proponen soluciones: el primero, con reformas; los segundos, con propuestas viables o con una sana crítica a las del presidente Petro, así como con su invitación al empresariado y a los banqueros para que contribuyan al desarrollo económico de las zonas rurales, apoyando las microempresas agropecuarias y a las entidades financieras mediante la apertura de líneas de crédito con intereses bajos.

Si el campesinado colombiano, principales víctimas indefensas de los terroristas y orates del evangelio marxista-leninista —como lo son los falsos guerrilleros del ELN y las disidencias de las FARC—, empieza a observar cambios progresivos para mitigar la crónica inequidad social que padece, serán los más eficaces “colaboradores” para denunciar a los integrantes de esas bandas criminales, que individualmente conviven en sus tierras y que se agrupan para cometer fechorías y luego retornan a sus refugios.

Pero basta ver cómo los poderosos medios, propiedad de la élite, les dan amplio espacio a los incitadores a la violencia, que la disfrazan de “oposición política”; aún más, cuando en sus gobiernos anteriores las únicas soluciones fracasadas ofrecidas al campesino para erradicar a los bandoleros fueron el plomo, y esa es la misma que perversamente le piden hoy al presidente Petro.

Al igual que minimizan o guardan silencio sobre tantos politiqueros corruptos de provincia que son condenados por saquear el erario, salvo El Espectador, que a veces —aunque no con

frecuencia— incurre menos en estas prácticas.

Baltasar Quijano

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