Gracias por revivir el tema del horror producido por el UPAC a tantos colombianos de bien.
Mi familia también fue víctima de estas siniestras medidas del Estado que ahora pretende, mediante una tutela que habla de derechos a los debidos procesos y a la defensa, salvar su responsabilidad de este desastre, pero desconoce los derechos fundamentales de las personas para vivir dignamente.
Desde el momento en que nos quitaron nuestra vivienda quedamos reportados en la central de créditos. Ustedes no se imaginan las angustias para la aprobación de una solicitud de arriendo, o hasta para un simple crédito de consumo. Así nos ha tocado vivir desde hace más de una década, como gitanos, de arriendo en arriendo y con un sueño fracturado de tener vivienda propia.
No se entiende el concepto de la directora de la Agencia para la Defensa Jurídica de la Nación al considerar “desmedro sin precedentes para la Nación” el hecho de indemnizar a personas castigadas por las políticas económicas de funcionarios irresponsables de turno. Nadie habla de dónde están los miles de pesos que pagamos los deudores por años del crédito y en dónde están las ganancias obtenidas cuando nos quitaron las viviendas y las volvieron a vender. Tampoco reconocen que el Gobierno sí apoyó al sistema bancario upaquizado, sacrificando a los colombianos.
Desde hace 13 años interpusimos una demanda al Banco de la República, mediante la Acción de Grupo 25000231500020010001701, del Juzgado 17 Administrativo de Bogotá, la cual se puede consultar en internet en procesos de la Rama Judicial.
El Banco de la República ha dilatado de diversas maneras este proceso que inicialmente estaba en el Consejo de Estado y luego pasó a los juzgados administrativos; también han cambiado a los jueces, se han perdido “accidentalmente” los expedientes, etc., etc... En la actualidad, por fin se encuentra en la etapa de alegatos, que puede ser un final feliz para nosotros.
Encuentro en ustedes una voz objetiva y por eso les ruego que no nos abandonen en este proceso que está próximo a desenvolverse.
Aidée Muñoz de Prieto. Bogotá.
Envíe sus cartas a lector@elespectador.com.
Gracias por revivir el tema del horror producido por el UPAC a tantos colombianos de bien.
Mi familia también fue víctima de estas siniestras medidas del Estado que ahora pretende, mediante una tutela que habla de derechos a los debidos procesos y a la defensa, salvar su responsabilidad de este desastre, pero desconoce los derechos fundamentales de las personas para vivir dignamente.
Desde el momento en que nos quitaron nuestra vivienda quedamos reportados en la central de créditos. Ustedes no se imaginan las angustias para la aprobación de una solicitud de arriendo, o hasta para un simple crédito de consumo. Así nos ha tocado vivir desde hace más de una década, como gitanos, de arriendo en arriendo y con un sueño fracturado de tener vivienda propia.
No se entiende el concepto de la directora de la Agencia para la Defensa Jurídica de la Nación al considerar “desmedro sin precedentes para la Nación” el hecho de indemnizar a personas castigadas por las políticas económicas de funcionarios irresponsables de turno. Nadie habla de dónde están los miles de pesos que pagamos los deudores por años del crédito y en dónde están las ganancias obtenidas cuando nos quitaron las viviendas y las volvieron a vender. Tampoco reconocen que el Gobierno sí apoyó al sistema bancario upaquizado, sacrificando a los colombianos.
Desde hace 13 años interpusimos una demanda al Banco de la República, mediante la Acción de Grupo 25000231500020010001701, del Juzgado 17 Administrativo de Bogotá, la cual se puede consultar en internet en procesos de la Rama Judicial.
El Banco de la República ha dilatado de diversas maneras este proceso que inicialmente estaba en el Consejo de Estado y luego pasó a los juzgados administrativos; también han cambiado a los jueces, se han perdido “accidentalmente” los expedientes, etc., etc... En la actualidad, por fin se encuentra en la etapa de alegatos, que puede ser un final feliz para nosotros.
Encuentro en ustedes una voz objetiva y por eso les ruego que no nos abandonen en este proceso que está próximo a desenvolverse.
Aidée Muñoz de Prieto. Bogotá.
Envíe sus cartas a lector@elespectador.com.