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Nobel de paz y la guerra

Cartas de los lectores

20 de noviembre de 2025 - 12:00 a. m.

Preocupa que el editorial del 4 de noviembre, titulado “EE. UU. sigue ejecutando extrajudicialmente”, dedique uno –el último y el más corto– de sus cinco párrafos a las voces que, en nuestros países, celebran los actos del presidente estadounidense en el Caribe, sin mencionar a las principales figuras que han aplaudido estas decisiones: la primera nobel venezolana y el expresidente colombiano.

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Ante la frustración de Trump por el Nobel de Paz, María Corina se lo dedica “al sufrido pueblo de Venezuela y al presidente Trump por su decisivo apoyo”. Él reaccionó enseguida: “Machado me llamó y dijo: ‘Estoy aceptando el premio en tu honor’”. En honor al presidente procesado –a quien, en rigor, no le interesa si en Venezuela hay o no democracia, sino su petróleo–, se ha montado una escena para camuflar el horror del genocidio perpetrado por Israel (con la complicidad de EE. UU.) en Gaza. Es contradictorio que el Nobel de Paz sea utilizado para justificar los ataques trumpistas; por el contrario, debería ser una oportunidad para impulsar una salida pacífica en su patria.

El expresidente colombiano, quien también se ha mostrado de acuerdo con el belicista declarado que no ha hecho otra cosa que amenazar a Maduro y a Petro, advirtió sobre las consecuencias de las “alianzas con la tiranía de Venezuela” y sobre los bombardeos contra objetivos del narcotráfico: “Colombia es una amenaza a la seguridad internacional, a la seguridad de los Estados Unidos, con esa producción de coca”, dijo. Según él, la alianza de Petro con el régimen de Maduro y la falta de decisión para derrotar a los carteles de droga están convirtiendo a Colombia en una amenaza.

Los actos bélicos del magnate son reprochables y es inconcebible que esos líderes estén apoyando la destrucción de embarcaciones supuestamente vinculadas al narcotráfico y al terrorismo. La pasión con que Machado y Uribe piden una intervención militar de EE. UU. en sus países muestra “un desconocimiento de las lecciones de la historia de nuestra región y, en el peor de los casos, una complicidad preocupante con un presidente estadounidense que no tiene reticencias para abusar de su poder y silenciar a todo el que se le oponga”. Sí, el gobierno de Petro es errático y, peor aún, el régimen de Maduro es dictatorial y le ha hecho mil trampas a la democracia, pero es peligroso tirar por la borda la soberanía y el derecho internacional creyendo que viene el Mesías desde el norte.

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Es indispensable unirnos para evitar una catástrofe y hacerle caer en cuenta a EE. UU. que tanto Venezuela como Colombia merecen respeto, pues nuestra lucha contra el narcotráfico ha sido heroica, mientras ellos no han logrado combatir las drogas en su propio país. La situación actual exige encauzar la confrontación por la vía política y diplomática, garantizando nuestra integridad nacional y construyendo unidad frente a la bota imperial.

Dairo Elías González Quiroz

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