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Una columna imprecisa sobre “social comunismo”

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30 de diciembre de 2025 - 05:00 a. m.
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Bastaría con que el columnista Carlos Enrique Moreno hubiera escrito “(...) EN NOMBRE del ‘social(ismo) comunismo’ se han cometido…” en la primera oración de su columna titulada “El brutal costo de coquetear con el ‘social comunismo’”, publicada el 21 de diciembre, para que su mensaje estuviese un poco más cerca de la realidad. Porque no han sido gobiernos de tendencia socialista ni comunista los que han cometido las atrocidades que describe (“las hambrunas inducidas, el GULAG, la tortura generalizada, las desapariciones y sus asesinatos calculados entre 9 y 15 millones”, amén de muchos otros crímenes que no cita el columnista). Primero, estas han sido perpetradas por gobiernos de todas las tendencias desde que el mundo es mundo, y también desde la Declaración de los Derechos del Hombre, que es la época que más nos interesa y nos afecta. Segundo, ninguno de los gobiernos que cita Moreno (la Cuba de Fidel, la URSS de Stalin, la China de Mao y la Venezuela de Chávez-Maduro) es, ni ha sido, un gobierno “social comunista”. Todos han sido dictaduras militaristas más dedicadas a la usurpación del poder y al saqueo del Estado que al avance de la economía y de los derechos de las clases trabajadoras. Expropiar empresas para quebrarlas, convertir el salario en un subsidio al ocio, disponer sin freno (o para uso personal) del tesoro nacional, clausurar medios de comunicación, falsificar resultados electorales y encarcelar a los opositores no figuran en ningún texto serio de ideología izquierdista.

Seguir insistiendo en que, por el hecho de autodenominarse de izquierda, los citados gobiernos son comunistas o socialistas, es tan absurdo como decir que el gobierno de Estados Unidos lo es porque en su campaña Trump prometió luchar por los derechos de los trabajadores norteamericanos.

En su diatriba contra los gobiernos de izquierda, el columnista no cita el importante avance del presidente Árbenz en la liberación, a mediados del siglo XX, del pueblo guatemalteco de la dictadura al servicio de la United Fruit Company, esfuerzo destruido por el gobierno de Estados Unidos en nombre de “la libertad”. Ni el gobierno de Pepe Mujica, que redujo la pobreza del pueblo uruguayo del 18 % al 9,7 %, conduciendo al país a ocupar (con Chile) los primeros puestos en el índice de desarrollo social en Latinoamérica.

Admito que estos son solo ejemplos y que han sido más los fracasos que los éxitos. Pero es imposible ignorar que, en Latinoamérica, ha gobernado una clase dominante que recibió de las coronas coloniales poder y hacienda que sobrevivieron a la independencia sin rasguño alguno, y que esa clase dominante ha utilizado su poder para asegurar sus privilegios, ignorando la educación y las necesidades de las clases trabajadoras que producen la riqueza que ellos disfrutan. Situación que ha llevado a que sociedades profundamente poco preparadas para manejar el derecho al voto hayan elegido (y sigan eligiendo) líderes cuya visión socialista no va más allá de despotricar contra el sistema existente, pero incapaces —con frecuencia desinteresados— de implementar programas efectivos de desarrollo social.

Ricardo Gómez Fontana

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