La tragedia de Granizal es una dolorosa advertencia sobre los devastadores efectos que está generando el cambio climático en el país. Como lo expresa acertadamente en su editorial, ya no se trata de una amenaza futura y abstracta, sino de una realidad que nos golpea.
Aciertan al afirmar que debemos abocarnos a diseñar respuestas integrales para enfrentar esta amenaza. No se trata solamente de identificar las zonas más vulnerables, sino de cuantificar las pérdidas económicas y las posibles fatalidades, para establecer planes de acción concretos que salvan patrimonios y, lo más importante, vidas.
Una respuesta integral debe considerar la posibilidad de transferir las potenciales pérdidas económicas de la ocurrencia de un evento como estos a un tercero. Hoy Colombia cuenta en su normativa con la posibilidad de que los alcaldes y gobernadores, incluso el Gobierno Central, entre otros, adquieran para este tipo de eventos los llamados seguros paramétricos. Estas son coberturas especializadas que se activan si se superan cotas previamente definidas como un índice de lluvias, la intensidad de un sismo, la ocurrencia de un deslizamiento de tierra o una inundación.
Dos elementos caracterizan los seguros paramétricos. El primero es que, alcanzado el índice, los recursos contratados en el seguro van directo al asegurado, sin necesidad de inspecciones de los daños y con la inmediatez que eventos de esta magnitud demandan. El segundo, que su diseño requiere de una evaluación rigurosa de la amenaza y de la vulnerabilidad, realizada por expertos en la materia, que pueden ser utilizados no sólo para establecer dichos parámetros, sino para la toma de decisiones de prevención.
Para evitar enfrentar más calamidades como la de Granizal, debemos gestionar de manera integral el riesgo y apoyarse en el conocimiento y la experiencia del sector asegurador es una alternativa viable.
Gustavo Morales, Presidente ejecutivo de Fasecolda.
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