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¿Dónde estamos los artistas?

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04 de febrero de 2011 - 03:00 a. m.
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El pasado viernes fue publicado por El Espectador un editorial en el cual se cuestiona el compromiso que tenemos la gente del sector de las artes para con el programa gubernamental “Mi tiempo es tu tiempo”, que busca llevar la cultura a los damnificados por el invierno.

Sin desconocer que realmente es necesario reunir todas las fuerzas para ayudar a nuestros compatriotas, me siento en la obligación de recordarle a este medio que el “apoyo” que recibimos por parte del Estado no es un favor que nos hacen, sino una de sus obligaciones y que se encuentra respaldada por los artículos 70 y 71 de la Constitución, la cual, lamentablemente, se ha convertido en una obra más de nuestra literatura de ficción.

¿Dónde estamos entonces todos los cuenteros, los artistas, los escritores, los poetas, los cineastas, los actores por los que se pregunta este editorial? Yo puedo responder con certeza a la inquietud: trabajando incansablemente para tratar de resolver las múltiples dificultades que enfrentamos para poder ejercer nuestro oficio, para mantener nuestra pasión a flote y para que, en un país como el nuestro, el arte sea una opción válida y digna para vivir.

Además, me parece descarada la manera en la que dice el editorial que este es el momento para demostrar que la cultura no es un lujo, sino una necesidad vital para el desarrollo de la sociedad. Nosotros no tenemos nada que demostrar. La historia de las sociedades y el pensamiento en Occidente demuestran con creces que si hay un elemento indispensable y esencial para el entendimiento y la transformación de nuestras sociedades ese es el arte. Desde Esquilo hasta Omar Porras, cada vez que un ser humano se para en un escenario lo ha hecho a sabiendas de que su principal objetivo es remover el pensamiento de ese otro que llamamos espectador.

Nosotros generamos algo llamado capital social, fundamental para el equilibrio de las sociedades, aunque eso no se pueda medir en el PIB (producto interno, bruto). Muchos de mis colegas de escena son autodidactas, muchos no tienen un título en artes o si lo tienen es en alguna otra profesión de las ciencias sociales, de la salud, en arquitectura o en derecho, porque además saben que el arte requiere de un largo proceso y determinación para vivir de él y por eso, a la par de su pasión por la escena deben dividir su tiempo y su vida ejerciendo cualquier otra profesión, manteniendo una personalidad escindida entre lo que queremos ser y lo que nos toca ser.

 

 Juan Diego Alzate. Bogotá.

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