Ángeles en el mundo
La diseminación de la infección por el coronavirus SARS-CoV-2 parece un déjà vu de lo ocurrido al comienzo de la década de los 80 del siglo pasado con la epidemia del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), causante del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida). Las similitudes de las especulaciones sobre su origen, en torno a que supuestamente fue generado en un laboratorio o que pasó de ciertos animales al ser humano. También, y de nuevo, las teorías conspiratorias de la creación del virus por un gobierno que tenía lista la vacuna, los medicamentos y las pruebas diagnósticas, lo cual lo favorecería económicamente. Las acusaciones entre los países, la guerra del espionaje científico y el afán por las publicaciones y las patentes.
En la serie Ángeles en América, de la productora estadounidense HBO, basada en el libro homónimo de Anthony Kushner, se aborda la epidemia del sida y las dificultades iniciales con la extraña enfermedad y su tratamiento. Ante la difícil situación, los ángeles descienden a acompañar a los protagonistas. Uno de los capítulos se enfoca en el tratamiento de los pacientes con sida, donde se aplica una terapia experimental que elimina los linfocitos T ayudadores, células que infecta el virus del VIH; no obstante, la eliminación de estos linfocitos, que también participan en la inmunidad contra las infecciones, empeora a los individuos hasta llevarlos a la muerte. Con la epidemia de coronavirus, ante la ansiedad de buscar una terapia específica, se está usando un amplio arsenal de medicamentos como antivirales, interferones y corticoesteroides, además de otras drogas de uso en enfermedades parasitarias. Muchos de ellos sin resultados realmente beneficiosos para los pacientes. Repetimos la historia, porque la historia se repite. Y mientras esperamos que desciendan los ángeles a protegernos, debemos seguir cuidándonos como comunidad mientras se desarrolla el tratamiento específico o la vacuna.
John M. González, MD, Ph.D. Profesor titular, Facultad de Medicina, Universidad de los Andes.
George Floyd y Anderson Arboleda
Lo que más indigna no es la violencia de los indignados, sino la indolencia de los resignados. Es haciendo de la fuerza bruta costumbre que se instalan las tiranías como una democracia, pero es violando las leyes de las tiranías que se instala la verdadera justicia. El vandalismo de los manifestantes es condenable, pero el de las “fuerzas del orden” es injustificable.
Julio H.
Envíe sus cartas a lector@elespectador.com
Ángeles en el mundo
La diseminación de la infección por el coronavirus SARS-CoV-2 parece un déjà vu de lo ocurrido al comienzo de la década de los 80 del siglo pasado con la epidemia del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), causante del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida). Las similitudes de las especulaciones sobre su origen, en torno a que supuestamente fue generado en un laboratorio o que pasó de ciertos animales al ser humano. También, y de nuevo, las teorías conspiratorias de la creación del virus por un gobierno que tenía lista la vacuna, los medicamentos y las pruebas diagnósticas, lo cual lo favorecería económicamente. Las acusaciones entre los países, la guerra del espionaje científico y el afán por las publicaciones y las patentes.
En la serie Ángeles en América, de la productora estadounidense HBO, basada en el libro homónimo de Anthony Kushner, se aborda la epidemia del sida y las dificultades iniciales con la extraña enfermedad y su tratamiento. Ante la difícil situación, los ángeles descienden a acompañar a los protagonistas. Uno de los capítulos se enfoca en el tratamiento de los pacientes con sida, donde se aplica una terapia experimental que elimina los linfocitos T ayudadores, células que infecta el virus del VIH; no obstante, la eliminación de estos linfocitos, que también participan en la inmunidad contra las infecciones, empeora a los individuos hasta llevarlos a la muerte. Con la epidemia de coronavirus, ante la ansiedad de buscar una terapia específica, se está usando un amplio arsenal de medicamentos como antivirales, interferones y corticoesteroides, además de otras drogas de uso en enfermedades parasitarias. Muchos de ellos sin resultados realmente beneficiosos para los pacientes. Repetimos la historia, porque la historia se repite. Y mientras esperamos que desciendan los ángeles a protegernos, debemos seguir cuidándonos como comunidad mientras se desarrolla el tratamiento específico o la vacuna.
John M. González, MD, Ph.D. Profesor titular, Facultad de Medicina, Universidad de los Andes.
George Floyd y Anderson Arboleda
Lo que más indigna no es la violencia de los indignados, sino la indolencia de los resignados. Es haciendo de la fuerza bruta costumbre que se instalan las tiranías como una democracia, pero es violando las leyes de las tiranías que se instala la verdadera justicia. El vandalismo de los manifestantes es condenable, pero el de las “fuerzas del orden” es injustificable.
Julio H.
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