“En Granada la vida continúa”
Hace unos días rememoraba el documental El testigo, dirigido por Kate Horne (periodista británica) y protagonizado por el fotoperiodista colombiano Jesús Abad Colorado. Sobre esta producción se comentó mucho, hasta el punto de ser señalada como uno de los más valiosos reportajes colombianos, que no solo evidenció entre fotografías un escenario trágico de nuestra historia, sino que, adicionalmente, puntualizó sobre el absurdo de la guerra y la responsabilidad que radicaba en cada uno de nosotros la construcción de una paz estable y duradera.
Ahora, si echamos un vistazo al libro Granada: memorias de guerra, resistencia y reconstrucción, publicado por el Centro Nacional de Memoria Histórica, probablemente lograremos percibir cómo los granadinos consiguieron construir espacios de paz y reconciliación en medio de un panorama alarmante. Cabe anotar que Granada es un municipio de Antioquia que durante años fue foco de confrontación armada y que la cámara de Abad Colorado también fotografió algunos de estos sucesos.
“En Granada la vida continúa”, titularon en el año 2000 la escena de una novia que se casaba en medio de la destrucción producida por una explosión de un carro bomba en pleno corazón del municipio (entre las más grandes detonaciones del país), escena que fue capturada igualmente por el fotoperiodista colombiano, y a su derecha un letrero que señaló: “La guerra la perdemos todos, ayudemos todos a construir un proceso de paz”.
Hoy muchos coinciden en que la reconstrucción del territorio antioqueño inició cuando la mujer, identificada tiempo después como Beatriz García Noreña, decidió ponerse el traje de novia a pesar de la desorientación social que se percibía a su alrededor, instante que fue considerado como un símbolo de esperanza y resistencia. Continuó la vida en Granada.
María de los Ángeles García Peña.
Sobre una columna de Héctor Abad Faciolince
Gracias, maestro. En total acuerdo con su columna del domingo pasado. Un país que no sale de un goce mortífero. Goza porque no se atreve a cruzar su propio fantasma. Valentía y decisión se requieren, prácticas nobles que pocos están dispuestos a dar.
Mónica.
Envíe sus cartas a lector@elespectador.com
“En Granada la vida continúa”
Hace unos días rememoraba el documental El testigo, dirigido por Kate Horne (periodista británica) y protagonizado por el fotoperiodista colombiano Jesús Abad Colorado. Sobre esta producción se comentó mucho, hasta el punto de ser señalada como uno de los más valiosos reportajes colombianos, que no solo evidenció entre fotografías un escenario trágico de nuestra historia, sino que, adicionalmente, puntualizó sobre el absurdo de la guerra y la responsabilidad que radicaba en cada uno de nosotros la construcción de una paz estable y duradera.
Ahora, si echamos un vistazo al libro Granada: memorias de guerra, resistencia y reconstrucción, publicado por el Centro Nacional de Memoria Histórica, probablemente lograremos percibir cómo los granadinos consiguieron construir espacios de paz y reconciliación en medio de un panorama alarmante. Cabe anotar que Granada es un municipio de Antioquia que durante años fue foco de confrontación armada y que la cámara de Abad Colorado también fotografió algunos de estos sucesos.
“En Granada la vida continúa”, titularon en el año 2000 la escena de una novia que se casaba en medio de la destrucción producida por una explosión de un carro bomba en pleno corazón del municipio (entre las más grandes detonaciones del país), escena que fue capturada igualmente por el fotoperiodista colombiano, y a su derecha un letrero que señaló: “La guerra la perdemos todos, ayudemos todos a construir un proceso de paz”.
Hoy muchos coinciden en que la reconstrucción del territorio antioqueño inició cuando la mujer, identificada tiempo después como Beatriz García Noreña, decidió ponerse el traje de novia a pesar de la desorientación social que se percibía a su alrededor, instante que fue considerado como un símbolo de esperanza y resistencia. Continuó la vida en Granada.
María de los Ángeles García Peña.
Sobre una columna de Héctor Abad Faciolince
Gracias, maestro. En total acuerdo con su columna del domingo pasado. Un país que no sale de un goce mortífero. Goza porque no se atreve a cruzar su propio fantasma. Valentía y decisión se requieren, prácticas nobles que pocos están dispuestos a dar.
Mónica.
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