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Dos cartas de los lectores

Cartas de los lectores

08 de septiembre de 2020 - 12:00 a. m.

Lo del juez es solo un “botón de muestra”

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La Constitución Política de Colombia y todo el andamiaje legal y jurídico del país (por definición, sometido a ella) establecen clara y taxativamente que “Colombia es un país laico”, en el sentido de que las creencias, las normas y los ritos religiosos gozan de “libertad”, pero son considerados como algo totalmente personal y —si acaso— familiar y grupal, no tienen ninguna capacidad de influir o ser influidos (positiva o negativamente) por las autoridades y las acciones y decisiones del Estado. Pero la cruda y cotidiana realidad es que ese precepto constitucional se ignora y se viola flagrantemente, y casi nadie lo denuncia ni lo censura. Así, el presidente “se posesiona” jurando ante una Biblia (¿cuál de todas?); este invoca y dedica el país al Sagrado Corazón y a la Virgen de Chiquinquirá; se tienen relaciones diplomáticas con el Vaticano (un microfundio donde nunca nace un niño y cuyo jerarca absoluto e infalible es el papa católico); se mantiene un tal Concordato con el Vaticano (la Santa Sede), mediante el cual se le permite a este intervenir e imponer algunos delicados asuntos sociales y diplomáticos; existe —institucionalmente— un obispo católico con el título de “capellán” de las Fuerzas Armadas y con el grado honorario de “general”... Bueno, ¿y qué pasa con las otras muchas “religiones” (incluyendo las “de garaje”) y con los agnósticos e incrédulos?

Carlos Valdiri.

Un periodista que debería cambiar de carrera

Este ha sido el año de las vulgares agresiones a quienes profesan una fe. Tal en vez la agresión más preocupante que hemos visto recientemente, un editorialista matonea vilmente a un juez por atreverse a expresar sus creencias, ignorando que el Estado nació confesional cuando se fundó la República, en el siglo XIX. No deja de ser chocante que se invoque la leguleyada para justificar la discriminación religiosa. Son varias las precisiones que este periodista debería conocer. Tan solo en el papel, Colombia es un Estado laico. En la práctica es profundamente creyente e ignorarlo equivale a desconocer por completo la idiosincrasia colombiana. Volviendo a los principios, el periodista hace trizas los de sus fundadores, los señores Cano. Mi abuelo, José Salgar, quien fue parte del periódico cuando se trataba de una institución digna y respetada, sin ser creyente (porque jamás lo fue), de ninguna manera se hubiera prestado al matoneo que le aplican al juez Flórez, porque el Cano fundador y mi abuelo Salgar pertenecían a la generación del respeto, valor que han olvidado en ese pasquín descolorido que otrora fuera un gran periódico. El problema de los medios decadentes, que en su agonía quieren arrastrarlo todo, es que por definición son excluyentes. Además, se prestan para arbitrariedades. ¿Acaso el periodista no debería considerar a todas las personas que no comparten su visión? ¿No fue ese su juramento? Si deseaba ser juez, que está en todo su derecho, nuestra sugerencia es que abandone el periodismo. No se puede ser periodista y no entender el país en que se vive. Deseando fervientemente que el Todopoderoso cierre a la brevedad la vergüenza en que se ha convertido su Espectador (si esa es su voluntad), quedo de ustedes.

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Martha Hernández Salgar.

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