Ha sido desgarrador conocer la realidad del Bronx que no se quería ver, que siempre se buscó tapar, que se desconoció por todos los medios, en fin, que no se asumió como debía ser desde hace muchos, muchos años y menos en la “Bogotá Humana”, en cuya administración debió darse ejemplo de recuperación física y social de ese sector.
Hasta que por fin llegó el día y la hora de mostrar esa realidad ante las autoridades nacionales, distritales y a todo el país. Precisamente en estos días estábamos otra vez sobre las nubes por las conquistas de nuestros deportistas que siempre nos dan ejemplo de vida, valor y esperanza. El Giro de Italia con Esteban, el campeonato mundial de Mariana, el triunfo de la selección Colombia, las carreras de autos… Todos estos jóvenes que nos muestran la fotografía bonita, a colores y en tercera dimensión de una nación que se niega a mirar de frente lo que nos está pasando.
El infierno del Bronx es indescriptible, y de admirar la capacidad de reporteros y periodistas que se atrevieron a ir para filmar y mostrar; y no se entiende por qué la Alcaldía Mayor de la capital lo ignoró por décadas, cuando pudo coger el toro por los cuernos; dejó que la situación creciera, como si lo que sucedía por debajo del pavimento no fuera a salir a la luz nunca. En este mundo nada queda oculto y menos una situación tan compleja y tan difícil de digerir.
Cuántos niños, adolescentes y jóvenes encontraron y terminaron en el peor escenario posible y, quizás, sus padres los esperan hasta hoy. Nadie dio razón de nada a pesar de que se conocía con certeza todo lo que pasaba en el subsuelo, porque lo que se miraba por fuera era lo típico: personas de todas clases sociales sumidas en el vicio, la prostitución y la vagancia… sin norte, sin ningún estímulo para dejar ese bajo mundo. Se los trató como un estorbo, pero a sabiendas de lo que se cocinaba por debajo. El Bronx se afianzaba en su terrorífica misión de criminalidad.
Sectores como el Bronx son comunes en buena parte de las ciudades colombianas. El Bronx, el Cartucho, tienen múltiples denominaciones en nuestros centros urbanos. Vaya usted a saber si también por debajo del pavimento se estará viviendo esa terrible realidad y los gobiernos municipales, la Policía y el Ejército se estén haciendo los de la vista gorda para no asumir. Es que es mejor inaugurar un parque, una biblioteca, una calle, que arriesgarse a un operativo como el que se dio en Bogotá.
Esta fotografía es una voz de alerta para todo el país. Hay que acercarse a estas zonas infernales. De lo contrario, todo discurso encaminado a ofrecer la seguridad ciudadana, será incompleto.
Ana María Córdoba Barahona.
Pasto, Nariño.
Envíe sus cartas a lector@elespectador.com
Ha sido desgarrador conocer la realidad del Bronx que no se quería ver, que siempre se buscó tapar, que se desconoció por todos los medios, en fin, que no se asumió como debía ser desde hace muchos, muchos años y menos en la “Bogotá Humana”, en cuya administración debió darse ejemplo de recuperación física y social de ese sector.
Hasta que por fin llegó el día y la hora de mostrar esa realidad ante las autoridades nacionales, distritales y a todo el país. Precisamente en estos días estábamos otra vez sobre las nubes por las conquistas de nuestros deportistas que siempre nos dan ejemplo de vida, valor y esperanza. El Giro de Italia con Esteban, el campeonato mundial de Mariana, el triunfo de la selección Colombia, las carreras de autos… Todos estos jóvenes que nos muestran la fotografía bonita, a colores y en tercera dimensión de una nación que se niega a mirar de frente lo que nos está pasando.
El infierno del Bronx es indescriptible, y de admirar la capacidad de reporteros y periodistas que se atrevieron a ir para filmar y mostrar; y no se entiende por qué la Alcaldía Mayor de la capital lo ignoró por décadas, cuando pudo coger el toro por los cuernos; dejó que la situación creciera, como si lo que sucedía por debajo del pavimento no fuera a salir a la luz nunca. En este mundo nada queda oculto y menos una situación tan compleja y tan difícil de digerir.
Cuántos niños, adolescentes y jóvenes encontraron y terminaron en el peor escenario posible y, quizás, sus padres los esperan hasta hoy. Nadie dio razón de nada a pesar de que se conocía con certeza todo lo que pasaba en el subsuelo, porque lo que se miraba por fuera era lo típico: personas de todas clases sociales sumidas en el vicio, la prostitución y la vagancia… sin norte, sin ningún estímulo para dejar ese bajo mundo. Se los trató como un estorbo, pero a sabiendas de lo que se cocinaba por debajo. El Bronx se afianzaba en su terrorífica misión de criminalidad.
Sectores como el Bronx son comunes en buena parte de las ciudades colombianas. El Bronx, el Cartucho, tienen múltiples denominaciones en nuestros centros urbanos. Vaya usted a saber si también por debajo del pavimento se estará viviendo esa terrible realidad y los gobiernos municipales, la Policía y el Ejército se estén haciendo los de la vista gorda para no asumir. Es que es mejor inaugurar un parque, una biblioteca, una calle, que arriesgarse a un operativo como el que se dio en Bogotá.
Esta fotografía es una voz de alerta para todo el país. Hay que acercarse a estas zonas infernales. De lo contrario, todo discurso encaminado a ofrecer la seguridad ciudadana, será incompleto.
Ana María Córdoba Barahona.
Pasto, Nariño.
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