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Trascendental para el futuro de cerca de un 60% de colombianos y colombianas que, sin posibilidad de pensionarse, llegarán en los próximos años a los 62 y 57 años, respectivamente, el debate mediático en que participaron con el editorial de El Espectador “Pensiones: un debate incompleto” (16-02-2011).
También lo hicieron, entre otros, Stefano Farne del Observatorio del Mercado Laboral, Universidad Externado de Colombia, en la columna “Una reforma pensional integral”, (El Tiempo, 19-02-2011), Óscar López Pulecio en “Viejos sin amparo” (El País, 19-02-2011) y el economista Eduardo Sarmiento Palacio, en “La inequidad del sistema pensional” (El Espectador, 20-02-2011).
En síntesis, los asuntos objeto de debate corresponden a: 1) el aumento en la edad de 57 a 62 años para las mujeres y de 62 a 65 para los hombres; 2) el de trabajadores informales excluidos del sistema, por no aportar; y 3) el fortalecimiento de los ingresos de las cajas pensionales para que se transformen en autosostenibles, a fin de no seguir invirtiendo fondos del erario que deben destinarse a otros programas sociales y a la infraestructura vial.
Para que puedan pensionarse, con aportes de cuotas subsidiadas, quienes hoy no lo hacen (aproximadamente un 60% de trabajadores) y a fin de no aumentar el déficit presupuestal que crece a medida que ingresan nuevos pensionados al sistema, parte de la solución sería que el aporte mensual para la jubilación se siga descontando a quienes se pensionen o a sus herederos, en forma vitalicia, hasta la extinción del beneficio. Es decir, que no prescriba, como actualmente, la obligación de aportar cuando el trabajador comience a recibir mesada pensional y no salario. La continuidad en los descuentos a los jubilados con fondos públicos, sería de cubrimiento total.
Solamente la sociedad, tramando una cadena sin fin de realista solidaridad humana, podrá disminuir la miseria, que hasta el momento únicamente con retórica se combate. Ojalá expresidentes, congresistas, magistrados, militares, maestros, pensionados del Banco de la República y de Ecopetrol, no se opongan a que les toquen sus privilegios y contribuyan, más bien, a facilitar fórmulas que hagan viable el derecho a pensionarse de quienes llegan a la senectud sin disfrutarlo.
Jorge Arbeláez Manrique. Bogotá.
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