Frente a la columna titulada “Matar por lo que se dice, matar por lo que se piensa” de Héctor Abad Faciolince, publicada el domingo 14 de septiembre de 2025, concuerdo con él en la gran mayoría de lo expuesto. Sin embargo, hay dos ideas con las que planteo un breve comentario.
En relación con la primera, a saber, “Tenemos incluso derecho a ironizar, a burlarnos, a hacer parecer ridículo el pensamiento ajeno”. Es evidente que la sutileza al burlarnos o al hacer parecer ridículo es muestra de inteligencia y su elaboración muestra creatividad, que son elementos fundamentales del pensamiento crítico. A pesar de ello, se debe hacer una pequeña aclaración: Esto debe ser con respeto, ya que es una condición sine qua non en todo ejercicio dialéctico. De la misma forma, como lo expresa el columnista cuando se refiere a que se respeta el derecho a pensar y expresar lo que se quiera, ya que es así. Otra cosa es respetar el contenido de esos dos actos, materia que se puede desarrollar en otro escrito.
Y, por último, plantea que “en Estados Unidos, en Francia, o aquí mismo en Colombia, está permitido negar el Holocausto, y permitido rebatir o insultar a quienes lo niegan, pero no está permitido golpear y mucho menos matar a quienes piensen así”. Desde luego, hay insultos inteligentes, que se enmarcan perfectamente en la ironía, pero, en una sociedad que –en su gran mayoría– no ejerce el pensamiento crítico y que no posee un lenguaje para producir un mínimo texto irónico o burlesco de manera inteligente, es preferible, por respeto, abstenerse de insultar. Quien emite el insulto no posee capacidad de hacerlo de forma inteligente y hay personas que no poseen la capacidad de entenderlo. Infortunadamente, son la mayoría.
Laurentino Rodríguez Contreras
Licenciado en Filosofía y Humanidades, Universidad Sergio Arboleda
Magíster en Educación, Universidad de La Sabana
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