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Mientras el paisaje cotidiano del país transcurría entre el multitudinario, blanco y silencioso domingo soleado en diferentes calles de las capitales, y —a escasos ocho días— una tarima presidencial en la ciudad de la eterna primavera se atestaba con los jefes de las bandas de delincuentes que, desde las cárceles, azotan con extorsiones y delitos, ayudando a bajar artificialmente las estadísticas de inseguridad y muerte, ellos gozaron de una tarde de vacaciones para escuchar las adánicas y retóricas alabanzas de un envuelto redentor cubierto con el manto de la constituyente. La inmortalidad, quizás, que le evite atenciones médicas “del Parque de la 93”. La francachela finalizó con sonoros discursos: cuentas de cobro a la sociedad paisa por “vivir pacíficamente”.
El Espectador rompe la tradicional rasgadura de vestiduras y nos sorprende con una despampanante portada en la edición de hoy, miércoles 25, titulada Toneladas de razones, que remite al lector a la página 20. Allí, una sección gráfica despliega una crónica visual espectacular sobre ese otro país, esa otra gente que el narciso huésped de los dormitorios palaciegos —a una cuadra de allí— se autoproclama encarnar. O que el gobernante de casco, chaleco y metro asegura representar. ¡Qué enseñanza para esta sociedad tan polarizada, beligerante e indolente!
Unos pliegos de papel con cortos textos, atados a pequeños palos de escoba como banderines, ondeaban sobre el tapiz de toneladas de material reciclable tirado en el piso de la plaza emblemática de la política nacional. Unos cuantos recicladores, entremezclados en esa pincelada surrealista, portaban el “uniforme” de ese oficio que la mayoría mira con aversión y desdén, pero cuya subsistencia está hoy amenazada por el libre mercado y la palpable ausencia de un abúlico Estado.
Clamaban y protestaban sin gritos, sin arengas, sin bloqueos, sin grafitis, sin pedreas ni asonadas. Difícilmente otro evento comunicado con tal maestría podrá superar lo que, sin duda, augura premios de periodismo en 2025.
Enhorabuena.
Edgar Fernando Serrano
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