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En respuestaa una columna

Cartas de los lectores

14 de febrero de 2011 - 10:00 p. m.

He dedicado 44 años de mi vida a trabajar por la juventud colombiana, adquiriendo el estatus de pensionada nacional, clasificación que me ha privado de la Pensión de Gracia, que sí tienen los maestros departamentales, municipales y distritales.

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Una lectura de la columna del 6 de febrero de este año de Alejandro Gaviria, en el periódico El Espectador, titulada “Tinterillos”, me sugiere varios interrogantes:

1. ¿Los senadores que aprobaron la ley que nos favorece a los pensionados nacionales son “tinterillos torcidos” que lo hicieron para lucrarse o lo hicieron para que haya justicia con nosotros los excluidos, apelando al derecho de igualdad consagrado en nuestra Constitución?

2. ¿No cree el columnista que hay alguna diferencia entre lo hecho por personas que se hacen nombrar por dos o tres meses en cargos que les representan aumentos en su pensión y lo que Gaviria llama “maniobra similar”, que es lo aprobado por unanimidad en el Congreso y que por fin nos coloca en posición de igualdad con otros trabajadores del mismo oficio a quienes hemos dedicado, en su mayoría, más de 20 años a ayudar a construir ese pilar de toda sociedad, llamado educación?

3. ¿Sabe el columnista el monto de los sueldos y las pensiones de los maestros del Estado? ¿Son equiparables al suyo, acaso, o a los de los magistrados del Consejo de la Judicatura y a los de los funcionarios de la Rama Judicial?

4. ¿Está seguro y bien informado de que obrar con justicia y equidad le cuesta al Estado “varios billones de pesos”?

5. ¿De qué manera podría lucrarse el Dr. Avellaneda, como tendenciosamente lo afirma en su columna, ante una posible ley que cierra su única posibilidad de recibir emolumentos, litigando esa figura legal llamada demanda?

Por último, sólo quiero darle al columnista un consejo de profesora de primaria: No sólo se es “tinterillo” en la Rama Judicial; que consulte el Pequeño Larousse y verá que este término está íntimamente relacionado con la palabra “tinta”. Con esa con la que escribe, con esa que si no tenemos cuidado mancha, ensucia, y muchas veces tergiversa la verdad.

Clara Cuéllar Serrano. Bogotá.

P.D. Sí, señor Gaviria, tiene usted razón: estoy enfadada, pero ¿cómo no estarlo si me he pasado la vida tratando de inculcar valores como justicia y equidad?

Envíe sus cartas a lector@elespectador.com

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