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Gustavo Petro, en el reportaje que concedió a El Espectador el 13 de marzo de 2011, continuó en la arremetida contra el Polo Democrático Alternativo, PDA, y lo hizo de forma pérfida, recurriendo a falsedades e imprecisiones.
Allí faltó a la verdad sobre mi afiliación política y cuando dijo que califiqué de “ultraderechista” a la Comisión de Ética. No consultó siquiera el acta de la reunión del Comité Ejecutivo del Polo del lunes 7 de marzo. Al parecer, le bastaron las informaciones amañadas de algún correveidile.
También falsificó la historia cuando calificó de “calumnia” decir que había recibido apoyo de la Anapo en su campaña presidencial. Miles de testigos y fotografías en actos públicos (ver informe y fotografías en http://www.lasillavacia.com/ historia/14523) contradicen su falsa versión de los hechos: “Revisen a ver si hubo un solo afiche de la campaña de Iván Moreno que tenga el nombre de Petro”. Y silencia que intentó aliarse con la Anapo y con Lucho Garzón para apoderarse del Segundo Congreso del Polo y marginar a Carlos Gaviria y a otras tendencias del Polo, intento que a la postre le fracasó. También hay testimonios sobre la petición de puestos para amigos suyos en la Alcaldía de Bogotá. Lo cierto es que sólo les declaró la guerra al alcalde de Bogotá y a Iván Moreno cuando la Anapo no lo respaldó en su aspiración a la presidencia del PDA y a llegar a acuerdos con Juan Manuel Santos.
Asimismo, alteró los hechos que llevaron a la constitución del PDA. La presenta como la formación de una montonera. El proceso, por el contrario, fue sólido y prolongado y en él terminaron acordándose entre el PDI y Alternativa Democrática, de manera unitaria, el Ideario y los estatutos. No paran ahí las falsificaciones. Para referirse a la vinculación de Jorge Robledo y Carlos Gaviria al PDA, dice, sin sonrojarse: “Yo fui el responsable de que ellos entraran”.
Al tiempo que en la entrevista profirió agravios contra el PDA, le extendió amable y fraterno beneficio de la duda a Santos, al afirmar que “tiene que decidir si es un reformador”; sólo llega a decir que “es ambiguo”, o que, frente al uribismo, “tiene que jugársela por lo que quiere”, expresiones que confirman que su retiro del Polo obedeció principalmente a su rechazo a la declaratoria de oposición al régimen santista. Rudo con el Polo y flexible con el gobierno de la Manguala Nacional es la constante en la conducta política de Petro desde julio de 2010.
Finalmente, recurriendo a una forma astuta para meter cuña en el Polo y en otros partidos, anunció que está armando una “red y organización de ciudadanos por causas democráticas”. Así intenta mantener a sus prosélitos girando en su órbita, en un espacio en el que no pierdan credenciales, avales o curules, en tanto que, de hecho, incurren en doble militancia.
Con tanta insolencia, Petro ratificó su rol de conjurado de oficio contra el Polo. Triste papel que parece reclamarle a la historia aunque para ello acuda a métodos ilegítimos, que riñen con la ética, y abuse de los medios que se le ponen a su disposición para ejecutar tan desleal tarea.
Aurelio Suárez Montoya. Bogotá.
Sobre el papel de los medios de comunicación
Al ver, una y otra vez, las imágenes de cadáveres, escombros, casas destruidas, vehículos estrellados, yates y barcos hechos pedazos, etc., del tsunami en Japón, se me formó en la mente la imagen que los medios de comunicación de Colombia están emitiendo de nuestro país a diario: corrupción, asaltos, delaciones, homicidios, masacres, atracos, emboscadas, voladuras, avivatadas, ventajismo, “roscas”, carteles de la contratación, carteles del narcotráfico, bacrim, guerrillas, sicariato, falsas acusaciones, amiguismo, magistrados cuestionados, políticos procesados o encarcelados, funcionarios venales, desigualdades, jueces comprados, chuzadas, falsos positivos, peculados, concusiones, cohechos, extorsiones, compra de puestos y votos, abuso de poder, robos, acosos en todas sus formas, injurias, calumnias, traiciones, malversación y desviación de fondos, violaciones de todas las clases… ¡Un auténtico asco!
¿A qué ciudadano extranjero le apetecerá visitar a un país así? ¿A cuántos ciudadanos colombianos en el exterior les provocará volver a una tierra que parece producir solamente ingentes cantidades de pus? ¿A comunicar casi sólo eso se redujo en Colombia el rol y el trabajo del periodismo y de cuantos de alguna forma hacemos parte de él? ¿A ser profetas y notarios de una nación próxima a avergonzar a la humanidad? ¿Cuándo en Colombia realizaremos un debate serio y a fondo sobre el papel que los medios de comunicación están desarrollando y deben desarrollar hoy?
Créanme que cada vez me da más dificultad compartir las palabras pronunciadas por Alfonso López Pumarejo al posesionarse de la Presidencia de Colombia en agosto de 1934, y repetidas por su hijo Alfonso López Michelsen al llegar a la primera magistratura cuarenta años después: “Bendigo a la Providencia que me dio por campo de acción este suelo fecundo y por compatriotas a los colombianos”.
Ignacio Arizmendi P. Medellín.
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