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Es indudable que la presencia del presidente Donald Trump despierta un vivo interés donde se presente. Lo demostró la reunión con su amigo, el presidente Vladimir Putin, amo y señor de Rusia, quien recientemente fue visto disfrutando de algunos partidos en este desconcertante Mundial de Fútbol, que acaba de terminar, para honra y gloria de Francia, Croacia, Bélgica e Inglaterra.
El presidente Trump, que consulta a sus asesores, pero que muchas veces toma decisiones contrariando a sus subalternos, ganando amigos y granjeándose enemigos, por lo radical de sus propuestas, que las manifiesta de forma franca y sin darle mucha importancia a la diplomacia con que un buen gobernante debe proceder.
Ante los ataques de sus supuestos enemigos que lo critican por sus salidas de tono al decir que el presidente ruso, Vladimri Putin, influyó positivamente para que él ganara las elecciones en Estados Unidos a su contrincante Hillary Clinton, tranquilamente manifiesta que Putin es su amigo y que debe fortalecer las buenas relaciones con esta gran nación.
Pero recordemos algunos hechos que podrían ser la génesis de esta sugestiva historia: el mandatario ruso invadió al país de Ucrania y posteriormente se anexó a Crimea. Ante lo cual la Unión Europea reaccionó en bloque y exigió el retiro inmediato de las tropas rusas, ya que se estaba afectando el territorio sagrado de toda Europa. Por supuesto que la OTAN protestó enérgicamente ante este hecho grave y alevoso de parte del mandatario ruso.
Por esta intromisión del imperio ruso en suelo europeo, vinieron drásticas sanciones de los países miembros. También el gobierno de los Estados Unidos, en su momento, procedió a imponer duras sanciones económicas a Rusia. La reacción mundial contra Rusia por este hecho, sin precedentes, no se hizo esperar. Llovieron las sanciones económicas, que obviamente no fueron bien recibidas por el gobierno de Vladimir Putin.
El presidente ruso, que es astuto y además en épocas pretéritas trabajó en la KGB, urdió un plan para acercarse a Estados Unidos; y, qué mejor oportunidad que las elecciones norteamericanas, donde había varios candidatos con aspiraciones presidenciales. Sobre todo, la candidata Hillary Clinton, con evidente mayor simpatía dentro del electorado; y un prominente empresario que, a base de tesón y buenos negocios, había amasado una gran fortuna, Donald Trump. Pues escogió a este último para ayudarle a ganar la presidencia y puso a trabajar a sus asesores en este magno propósito.
Son dos personalidades diferentes. Para Trump, su campo en el cual se mueve como pez en el agua son los negocios en grande y, de vez en cuando, la conquista de bellas mujeres. Vladimir Putin, en cambio, aspira a recuperar la gloria de la Rusia de los zares, y si es posible, tomarse otros países, avasallarlos y buscar una entrada más franca hacia el Medio Oriente, donde tiene amigos invaluables como el país de Siria y el país de Irán.
Luis Castellanos García.
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