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Un periódico de Bucaramanga, El Frente, reprodujo una columna publicada en El Nuevo Siglo, escrita por el gobernador de Santander, Horacio Serpa, titulada “Derrotar la corrupción”.
En ésta, el autor hace un recuento de los casos más recientes, como los de los Nule, Fondelibertad, el DAS, el Incoder, el Banco Agrario, el Inpec, la DIAN, Ingeominas y el Inco, y declara que “el cáncer de la corrupción está haciendo metástasis en Colombia”. Este escrito, en la pluma de uno de los más curtidos políticos nacionales, que hizo el recorrido desde un juzgado municipal hasta las puertas del Palacio Presidencial, es un toque de alarma sobre el volcán en que nos encontramos.
Cito sus palabras: “En los últimos días los medios de comunicación se han encargado de destapar muchas ollas podridas. El olor es nauseabundo. El más notorio es el caso de los Nule, cabeza de los carteles de contratación en Bogotá”.
El doctor Serpa está entre la pequeña minoría de políticos de carrera, que, aunque incrustado toda su vida dentro del Estado, no está contaminado con negocios de narcotráfico, fincas palmeras, explotaciones mineras, contratos estatales, compras de terrenos rurales a precio de caballo de matadero, para que a los pocos días, Planeación Nacional los declare zonas urbanas, sólo por citar algunos, dentro de los millares en que se mueve la mafia política que desangra a este país.
Con el respeto que merece el doctor Serpa, no puedo entender que con su lucidez e inteligencia y con el conocimiento que tiene de la nación por haber estado presente en los grandes conflictos ocurridos desde mediados del siglo pasado, crea que el Congreso pueda suicidarse en masa, e incluya en su escrito el siguiente párrafo: “Esta cruzada nos involucra a todos los colombianos, pero debe comenzar por la aprobación de una ley anticorrupción que le otorgue verdaderas herramientas al Estado para desmontar ese flagelo. El Congreso tiene que demostrar que sí es digno de nuestra confianza. Nos merecemos una nación donde ser honesto sea una virtud y no una rareza”.
Las buenas intenciones del doctor Serpa se estrellan contra un Congreso elegido en buena parte desde La Picota y otros sectores poco recomendables. Los legisladores no van a cometer un suicidio colectivo y las leyes anticorrupción no entran dentro de su menú. Me perdonan.
Zoilo Guarín. Bucaramanga.
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