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Con motivo del centenario de natalicio de don Guillermo Cano Isaza, símbolo del periodismo libre de Colombia y del mundo, volví a leer apartes de ese libro maravillosos que recoge su vida personal y su trayectoria periodística, Tinta indeleble: Guillermo Cano. Vida y obra, porque lo adquirí con la firme convicción de encontrar un verdadero manual de periodismo profesional. En efecto, se cumplía con lo que mi papá —de estirpe conservadora— nos decía en familia: “Lean El Espectador para que formen el espíritu crítico con respecto al acontecer nacional; hay prensa muy gobiernista”. Y así le escuché desde mi lejana adolescencia. Por esta razón, siento que es un honor escribir para este medio después de tantos años.
Lo que más me llama la atención de este personaje sin tacha es la iniciación de su trayectoria periodística recién egresado de su colegio y quien, desde el primer momento, le imprimió a su trabajo disciplina, criterio, veracidad, cualidades que conservó y afianzó a lo largo de su fecundo ejercicio profesional hasta convertirse en un referente del periodismo nacional e internacional. Este texto debería ser de obligada lectura y análisis en todas las facultades y programas de periodismo y comunicación social, tan inmersos en las nuevas tecnologías, que bien utilizadas y combinadas con más criticidad de pensamiento, podrían aportar para el surgimiento de figuras ejemplares en el mundo periodístico.
Don Guillermo Cano, al igual que Alberto Lleras Camargo y otros tantos, no necesitaron graduarse en nada en particular. Fueron mentes privilegiadas que se formaron a partir de la observación de los hechos y acontecimientos que rodeaban a la región, el país y el mundo. Esto no indica que el resto no necesitemos de una importante formación académica: lo que debemos aprender de ellos es el rigor y la vedad que practicaron para expresar una idea, una opinión, una crítica. Y, ante todo, una profunda vocación, como en toda profesión que se respete. Un médico, un abogado, un ingeniero, un docente, un periodista y cuando profesional exista en esta vida, sin vocación, son un auténtico peligro para una sociedad que tiene que sacudirse diariamente de las mentiras.
Tinta indeleble: Guillermo Cano. Vida y obra, una verdadera joya del periodismo colombiano para conocer el país de ayer y de hoy.
Ana María Córdoba Barahona, Pasto.
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