La señora María Mercedes Cuéllar es la presidenta de la Asociación Bancaria, el más pequeño y poderoso de los sindicatos colombianos, integrado por tan sólo 10 o 15 personas que son los verdaderos dueños del país, pues los dineros de 45 millones de colombianos ingresan diariamente a sus arcas.
Lo que usted gasta en sus compras en la tienda de la esquina, o en el Éxito, Carrefour, donde Arturo Calle, en la Casa de Mercado, o en el quiosco de periódicos, en la tarde les llega a los banqueros, junto con los recaudos que hace del Estado, provenientes de todas sus actividades. Esos dineros vuelven a integrarse el día siguiente al flujo de la corriente monetaria en forma de préstamos con intereses a diversas tasas, en ocasiones hasta retornando a los mismos depositantes del día anterior. Ese es el juego del dinero, en el cual los banqueros se quedan con la parte del león.
Con esos señores no hay almuerzo gratis. Para retirar un dinero que le pertenece, el ciudadano paga $1.500 por un pedazo de papel llamado cheque, que al Banco debe costarle no más de cincuenta centavos. También puede usar cajeros electrónicos o tarjetas de crédito, servicios que incluyen otro costo al usuario. Los banqueros cobran hasta por averiguar su saldo.
En vista de los exagerados abusos que cometen, el Ministro de Hacienda se atrevió a criticarlos y ahí fue Troya; la señora María Mercedes salió a revirarle en Caracol Radio. Dice que no entiende por qué la gente se queja y el Gobierno interfiere y vigila las tarifas de los servicios bancarios y no hace lo mismo con los cultivadores de papa para regular su precio.
Señora, cuando un banquero se quiebra, como ha ocurrido en ocasiones anteriores, el Gobierno acude en su ayuda mediante el recaudo de impuestos que tenemos que pagar todos los colombianos. Para eso se creó un gravamen a los retiros bancarios, inicialmente del dos por mil que ha ido en aumento hasta el actual cuatro por mil. Recientemente, en el mundo se pagaron trillones de dólares para recuperar los bancos por los malos manejos de sus ejecutivos. En cambio, el cultivador de papa, que por una mala cosecha se arruina, arruinado se queda, sin que el Estado llegue a socorrerlo. El precio de la papa está sometido a los flujos del mercado, a la ley de la oferta y la demanda. El costo de los servicios bancarios es estático, con proyección al alza, como ha venido ocurriendo. En años pasados una hoja de cheque tuvo un valor de diez centavos.
El precio de la humilde papa no alcanza el reconocimiento como para compararlo con los valores que maneja don Luis Carlos Sarmiento. Su influencia en el mercado es más modesta, señora María Mercedes.
Zoilo Guarín. Bucaramanga.