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Hace poco se dio como noticia importante que en Colombia se habían vendido más de 98.000 motocicletas en octubre, engrosando así la gran cantidad de estos aparatos que circulan en las ciudades, provocando accidentes mayores y menores, obstruyendo las congestionadas vías y llenando de pacientes los servicios de urgencias hospitalarias.
Es perfectamente entendible que la moto es un vehículo liviano, ágil, fácil de manejar y muy económico, ideal para un desplazamiento rápido, especialmente si no hay un buen transporte público como sucede en Bogotá, y que muchos ciudadanos lo usan para movilizarse o como instrumento de trabajo. Todo esto estaría muy bien si no fuera por la imprudencia de sus usuarios, que no miden riesgos y se lanzan al asfalto a velocidades increíbles, poniendo en peligro sus vidas y la de los demás. Aparte de esta actitud irresponsable, son muchos los moteros que transitan sin SOAT, deben ser atendidos por el SISBÉN y se han convertido en un problema de salud pública por el gran detrimento que causan al sistema.
Deberían las autoridades competentes considerar esta problemática situación y dictar un reglamento que obligue a los concesionarios a vender la moto con SOAT incluido por lo menos para dos años, controlar y sancionar severamente los excesos de velocidad de estos conductores y confiscar las motos que sean sorprendidas sin SOAT o con uno falsificado. Tal vez así los ciudadanos de a pie o que tienen un vehículo particular podrán circular con mayor tranquilidad y menores riesgos.
P. D. ¿Por qué la justicia colombiana es tan permisiva y blanda con los ladrones de cuello blanco? Estos delincuentes roban al Estado y, por lo tanto, a la educación y salud de todos; sin embargo, se les da casa por cárcel o cárceles especiales, reciben rebaja de penas por cualquier cosa y son tratados con guante blanco. Luego salen a disfrutar de un dinero mal habido. Deberían ir a cárceles de alta seguridad (son un peligro público) y sin ningún tipo de canonjías.
Cornelio Salcedo
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