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Son abominables la ceguera, la testarudez, el odio e indiferencia con que las Farc y el Eln violan cotidianamente los derechos humanos.
Se acaba 2014 y, pese a los diálogos de paz, sus miles de víctimas llegan a las festividades sumidos en el dolor irreparable por la pérdida de sus familiares; aún vivimos bajo terror por la amenaza a la vida, a la libertad y los bienes, por los ataques a civiles indefensos y los atentados al medio ambiente. Mientras, los jefes insurgentes celebrarán su muy feliz año con buen ron y canciones en La Habana y Caracas.
Todo el país ha visto la burla al dolor de las víctimas, la falta de voluntad para reparar, para cesar toda esta barbarie y permitir al fin que se inicie la reconstrucción de Colombia. Si de la sola guerrilla dependiera, estaríamos tan brutalmente sometidos, tan aislados del mundo, como los pueblos de Corea del Norte o de Venezuela. Para lograr la paz seguramente habrá que negociar hasta con el propio diablo; pero como vamos, de pronto podríamos terminar en el infierno.
Ricardo Alarcón Gutiérrez.
Bogotá.
Aclaración a “Una galería sin perjuicios”
El Espectador se permite aclarar la información publicada en su edición impresa del pasado 2 de noviembre titulada “Sobre un proyecto audiovisual. Una galería sin perjuicios”, en los siguientes términos:
1. La foto de la mujer publicada junto a la nota no corresponde a una foto de una mujer que ejerce o ha ejercido el trabajo sexual.
2. El retrato publicado corresponde a un collage de ejemplos de fotografía participativa que se han realizado en proyectos anteriores liderados por Pares ONG.
Envíe sus cartas a lector@elespectador.com.
