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Palestina y su despojo

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02 de febrero de 2011 - 04:00 a. m.
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Es una lástima que Estados Unidos, y otros países que también tienen extensas áreas despobladas, como Rusia, Canadá y Sudáfrica y que votaron a favor de la partición de Palestina en 1947, en vez de recomendar en el año 2008 reubicar a los refugiados palestinos en Suramérica, que “posee muchas tierras escasamente pobladas”, no hayan ofrecido en 1947 donar alguna de sus áreas más despoblados para una nación judía, en vez de entregarles a los judíos una tierra que no tenían derecho a regalar.

La injusticia de esta división ya fue criticada después de que en la Declaración Balfour en 1917 el gobierno británico hizo público su apoyo para establecer una nación judía en Palestina. Según lo señaló el respetado historiador Arnold Toynbee: “Nosotros (los ingleses) nos comprometimos a dar algo que no era nuestro para dar”. También Arthur Koestler, el autor judío de Darkness at noon (Oscuridad al Mediodía), expresaba el mismo pensamiento diciendo: “una nación prometió a otra el país de una tercera nación”.

Es de notar que en 1947 los judíos constituían solamente el 31% de la población de Palestina y poseían menos del 6% de la tierra, pero el plan de partición exigía, increíblemente, asignar a los judíos el 57% de la tierra.

Es aún más interesante recordar que la partición de Palestina, entregando más de medio país a una minoría que 30 años antes sólo representaba el 8% de la población, fue hecha en contra de la voluntad de sus habitantes, con base en el voto de una mayoría de las dos terceras partes en las Naciones Unidas, mientras que innumerables propuestas avaladas por 165 o más países en las Naciones Unidas no son aceptadas porque un solo país, Estados Unidos, votó en contra. Es así como un vasto número de resoluciones tales como la prohibición de armas químicas y bacteriológicas y el desarrollo y fabricación de nuevos tipos de armas de destrucción masiva, el derecho de cada estado de escoger su sistema económico y social de acuerdo con la voluntad de su pueblo, y casi todas las resoluciones aún vagamente críticas de Israel o de apoyo a los palestinos, no fueron aprobadas debido a la sola oposición de Estados Unidos, a veces con el apoyo único de Israel.

Además parece lógico que en vez de recomendar que los refugiados palestinos sean reubicados en Suramérica, se les permita regresar a su patria como lo exige la ignorada Resolución 194 de 1948, que indica que “a los refugiados (palestinos que fueron forzados a dejar su patria por las masacres israelíes) que deseen regresar a sus hogares y vivir en paz con sus vecinos se les debe permitir hacerlo” y que “se debe pagar una compensación a aquellos que elijan no regresar”.

 Guenther W. Roppel. Bogotá.

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