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Réplica a una columna: la izquierda no puede ignorar su pobreza intelectual

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21 de julio de 2025 - 05:05 a. m.
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Leí con atención –y algo de pesar– la columna de Tomás Molina titulada “La tecnocracia derechista tiene un problema de pobreza intelectual. Coincido con parte del diagnóstico: abundan hoy supuestos expertos que, pese a ostentar títulos prestigiosos, carecen de rigor, pensamiento complejo y un mínimo de honestidad intelectual. Su escritura es floja, sus análisis son pobres, y su tono suele ser altanero, si no francamente agresivo. Pero el problema de Molina no está en lo que señala, sino en lo que omite con conveniencia.

El autor atribuye esta “pobreza intelectual” a los tecnócratas de derecha, como si fuera una enfermedad exclusiva de ese sector. Pero basta leer el fragmento: “La vieja generación letrada murió y parece que su reemplazo, al menos en el mundo de la opinión, son algunos tecnócratas notorios pero no notables de gobiernos derechistas. A pesar de sus títulos prestigiosos, son profundamente incultos y sufren de una incapacidad crónica para argumentar, pensar y escribir bien”. Esa crítica le calza a figuras como Daniel Quintero Calle, tecnócrata “progresista” que gobernó Medellín y hoy hace campaña a la presidencia con discursos agresivos, plagados de demagogia, desinformación y un estilo comunicativo que roza lo delirante (insiste sin pruebas en que el atentado a Miguel Uribe fue parte de la conspiración golpista de Álvaro Leyva y no baja de bruja a Vicky Dávila, a quien otrora le pagó publirreportajes).

Y no solo él. ¿Qué tal el pastor Saade? Asumió la tarea de un tecnócrata: la contratación pública. Otro líder de izquierda que difunde desinformación sin pestañear, con un desprecio absoluto por el pensamiento crítico.

Ya sé que Molina ha dicho en redes que también cree que la crítica del narcisismo colectivo puede aplicarse a la izquierda, pero que esta vez prefirió no hacerlo. El problema es que su columna, titulada y escrita como está, no es una crítica parcial sino una generalización. Y esa omisión resulta cómoda, incluso cómplice. Es muy fácil ensañarse con la pobreza intelectual del adversario sin mirarse al espejo.

Y sí, yo también soy de izquierda. Voté por Gustavo Petro y creo que ha tenido aciertos importantes. Pero me cuesta seguir defendiendo una izquierda que se ha vuelto impermeable a la autocrítica, incapaz de producir discursos sólidos, bien pensados y estructurados. Petro mismo, aunque sin duda un lector voraz y alguien con inquietudes intelectuales, cae con frecuencia en generalizaciones y asociaciones forzadas. Cita a Marx, a Foucault o a Stiglitz con la ligereza de quien busca legitimidad más que comprensión. A diestra y siniestra llama ‘nazis’ a sus opositores, vaciando esa palabra de su carga histórica. Generaliza sobre ‘el pueblo’, como si este no lo conformaran también viejitas camanduleras y uribistas. Lo suyo no es pobreza de lecturas, sino de estructura, de precisión argumentativa.

Echo de menos una izquierda intelectualmente ambiciosa y noble. Una izquierda como la de Carlos Gaviria, que no solo sabía leer, sino también escuchar y argumentar con rigor, con respeto, con humildad. Esa izquierda que los tecnócratas más visibles de ahora se ocuparon de sabotear.

Molina añora una derecha letrada y brillante que ya no existe. Yo también lamento su desaparición. Pero más me duele la deriva de mi propia orilla, que parece haber confundido militancia con dogma. A estas alturas, la pobreza intelectual y el narcisismo de grupo no tienen ideología.

Juan Felipe López

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Sergio Henao(3490)22 de julio de 2025 - 07:08 p. m.
La consigna actualmente es "¡Abajo la inteligencia!". Mentir, tergiversar, mentir, calumniar, tergiversar. En lingüística esto se llama "Tecnología conceptual", en otras palabras: manipular la narrativa mediática. La derecha en Colombia es fiel a la esencia: "abajo la ciencia", "abajo las humanidades", "abajo los intelectuales".
Sergio Henao(3490)22 de julio de 2025 - 06:56 p. m.
Reflexión acertada y necesaria. El problema es que en la arena política colombiana hace rato se perdió la sindéresis y la honestidad intelectual. Muy pocas figuras políticas exhiben aún la sensatez. Ladran y matonean, mienten y tergiversan por sistema y así es difícil que una figura ecuánime pueda hacerse escuchar, mucho menos, cuando desde los medios le hacen fiesta y hasta la entronizan, como ocurrió con la matoncita y cuasi machorra Lina Garrido.
Sergio Henao(3490)22 de julio de 2025 - 06:55 p. m.
Reflexión acertada y necesaria. El problema es que en la arena política colombiana hace rato se perdió la sindéresis y la honestidad intelectual. Muy pocas figuras políticas exhiben aún la sensatez. Ladran y matonean, mienten y tergiversan por sistema y así es difícil que una figura ecuánime pueda hacerse escuchar, mucho menos, cuando desde los medios le hacen fiesta, como ocurrió con la matoncita y cuasi machorra Lina Garrido.
Germán Cifuentes(4040)21 de julio de 2025 - 09:55 p. m.
La actitud de los ministros y demás funcionarios ante las diatribas del señor Petro en nada se diferencian de la abyección de los uribistas ante la «inteligencia superior» del otro mandamás.
Germán Cifuentes(4040)21 de julio de 2025 - 09:48 p. m.
Absolutamente de acuerdo, incluso creo que la crítica hacia Petro se quedó corta, me da la impresión de que Petro solo menciona autores que jamás ha leido. Su creencia en que Platón era un demócrata, muestra no entendió o NO LEYÓ a Platón y muy seguramente a los demás intelectuales que suele mencionar tampoco.
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