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Sobre la dificultad de entender las Novenas navideñas

Cartas de los lectores

23 de diciembre de 2025 - 12:37 a. m.

Escribo desde la selva amazónica, en Soplin Vargas, lado peruano de la ribera del Putumayo, donde he sido enviado por un superior a acompañar y vivir la Navidad con comunidades indígenas. Aquí, leyendo la Novena, caigo en la cuenta de lo chistoso que resulta para muchas familias sentarse a rezarla por lo complejo y enredado de su lenguaje. A esto se suma la mala lectura de la sobrina despistada, la falta de dicción del tío que acaba de llegar al rezo, o la abuela que ha dejado las gafas en el cuarto y por pereza de traerlas lee otra cosa completamente diferente, convirtiendo el momento solemne en una comedia involuntaria que, paradójicamente, nos une más como familia.

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El español del siglo XVII en el que fue escrita la Novena presenta verdaderos acertijos lingüísticos. “Que les disteis en vuestro hijo la mejor prenda de vuestro amor”: aquí “prenda” no alude a ropa ni a trapos sino a “garantía” o “muestra valiosa”. Más enredado resulta “Para que hecho nombre en las entrañas de una Virgen”, donde “hecho nombre” es en realidad “hecho hombre” y “entrañas” simplemente significa vientre materno y no otra cosa. Y luego está “Os ruego me abraséis en fervorosos deseos”, donde “abraséis” viene de “abrasar” (quemar, encender), no de “abrazar con z”, aunque más de una abuela sin lentes ha leído “me abracéis” imaginando a San José dando abrazos a todos.

Pero son los Gozos los que nos vuelven locos. “¡Oh Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro!”: “Sapiencia” es sabiduría (no “sabiendo” ni “paciencia”), “alcance” significa nivel de comprensión, y “sacro” es sagrado (no “saco”). Peor aún: “¡Oh Adonaí potente que a Moisés hablando!”, donde “Adonaí” (Señor en hebreo) suele confundirse con “a don hay” o leerse como nombre de un fulano que se llama “Hay”. Y “¡Oh raíz sagrada de Jesé que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo!”, donde “orbe” es el mundo (no “oro ve”) y “nardo” es una planta aromática (no el nombre de un pastor). Luego viene “¡Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas de regio palacio!”, mezclando “regio” (real, del rey, no “recio” o “riego”) con “desterrado” (exiliado, no “destrozado”).

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Al final, la Novena con su español imposible es perfecta tal como está, creo que la labor de los misioneros no es cambiar las palabras, sino saberlas traducir y explicar. Aquí en la selva peruana he aprendido que tanto la elaboración antigua de nuestra Novena como la sencillez indígena comparten el mismo propósito: reunir familias para celebrar el nacimiento de Cristo. Fijémonos bien para leer correctamente “Benignísimo Dios”, “sapiencia suma”, “Adonaí potente” o “regio palacio”, y no “Benigno sismo de Dios”, “sabiendo suma”, “a don hay potente” o “recio palacio”, “oveja bizca” y “cordero menso” y si sale mal que las carcajadas que siguen a estos tropiezos lingüísticos se conviertan ojalá en la oración más honesta que podemos ofrecer: la de una familia que se ríe junta mientras intenta, con todo su corazón y su pésima lectura, honrar una tradición centenaria.​​​​​​​​​​​​​​​​ ¡Feliz Navidad!

Luis Alfredo Cortés Capera

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