Sobre un artículo: Castigar a los niños como si fueran adultos

Hablando de oportunidades para los menores, el representante Óscar Villamizar afirma que el niño que atentó contra el candidato Miguel Uribe “sí las tuvo, tanto que hizo parte de programas de este gobierno e igualmente decidió delinquir”. Así lo cita el artículo “Proyecto busca que menores sean juzgados como adultos tras atentado a Miguel Uribe”, publicado en El Espectador el 21 de julio. El artículo explica también que el proyecto busca juzgar a los menores “integralmente conforme al régimen de responsabilidad penal aplicable para los adultos”.

Afirmar que los menores piensan como adultos, ya sea cuando de tomar una decisión, de hacer una locura o de cometer un crimen se trata, denota desconocimiento de la manera como piensa un niño. Porque atendió un programa ya debe saber que no debe delinquir, es el veredicto del señor Villamizar. Nada más falso. La formación de un niño requiere de mucho más esfuerzo, tanto por parte del sistema como de su familia. Recordemos que Colombia es un país en el que los dulces saborizados con químicos artificiales, las bebidas azucaradas y la comida chatarra son componentes esenciales de la dieta de los niños. Tanto que las industrias que producen estos productos se oponen a ponerles impuestos arguyendo que se afectaría el costo de la canasta familiar, pretendiendo contradecir el sinnúmero de estudios que demuestran que el daño cerebral que causa una alimentación deficiente es enorme y es irreversible, además de que conduce al aumento del riesgo de costosas enfermedades al llegar a la edad adulta. Recordemos también que los niños colombianos se educan con telenovelas que glorifican el mundo del crimen, que normalizan la infidelidad, la traición y la violencia, y, recientemente, con una dieta interminable de videos idiotizantes distribuidos por las redes sociales. Y que esta poderosa campaña de deseducación desemboca en unos colegios en donde los niños reciben una colección formidable de fórmulas (para sumar, para restar, para convertir grados en radianes, para conjugar verbos, para calcular vectores…) pero en donde no les enseñan a pensar, a argumentar, a expresarse, a compartir ideas, a analizar situaciones, a resolver conflictos, a entender el mundo.

¿Cómo, entonces, puede argüirse que el niño que atentó contra Miguel Uribe “decidió delinquir”? Ese niño fue manipulado para cometer un crimen. De la misma manera como ha ocurrido muchas veces en que niños acosados por sus compañeros han sido empujados a suicidarse.

Afirma también el artículo que, en los últimos 15 años, se han sancionado a casi siete mil menores por cometer homicidios. Que solamente ahora se proponga una modificación al régimen punitivo que viola la condición de los menores suena más a venganza que a la conclusión de una discusión seria.

Indudablemente es una vergüenza y causa una tristeza enorme que sea el nuestro un país en donde ser líder social o candidato a un puesto de elección popular esté acompañado de una sentencia a muerte. Pero achacarle a los niños la culpa de las deficiencias del sistema es tan repugnante como los mismos crímenes que son ellos impulsados a cometer.

Ricardo Gómez Fontana

Guapi, Cauca

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