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¿Es posible la inclusión en nuestra sociedad?

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Clara Sánchez
10 de marzo de 2025 - 05:00 a. m.
"Sería necesario implementar un programa de atención a personas con discapacidad en edad adulta": Clara Sánchez.
"Sería necesario implementar un programa de atención a personas con discapacidad en edad adulta": Clara Sánchez.
Foto: EFE - Carlos Ortega
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Hace un tiempo vi en televisión un comercial que me impactó. Aparecía una persona moviendo los labios, aparentemente diciendo algo, pero sin que se pudiera oír. Pensé que había un problema con el internet o que el televisor se había descompuesto. Nada de eso. Se trataba de un comercial diseñado para ponernos en los zapatos, como suele decirse, de una persona con discapacidad auditiva. Me pareció una excelente pieza publicitaria porque logró su objetivo: conmoverme.

Actividades como ir al cine, salir a comer a un restaurante, visitar un parque de diversiones o incluso enamorarse son parte de la vida cotidiana de cualquier persona. Pero ¿se ha imaginado alguna vez que, para realizar cualquiera de ellas, tendría que depender de otros para levantarse al baño, sentarse en una silla de ruedas, comunicarse mediante señas o recibir ayuda para cruzar la calle cuando cambia el semáforo? Y ni hablar de aspectos más profundos, como alcanzar la independencia, sentirse útil para la sociedad o ser parte de un grupo.

Tras esta introducción, permítanme contarles la historia de Giovanni Rangel Bermeo. Giovanni nació en Cúcuta y, tras su nacimiento, permaneció hospitalizado durante un mes. Cuando finalmente lo entregaron a su madre, lo hicieron como un paciente de alto riesgo debido a un aumento en la bilirrubina. Amanda, su mamá, quien en esa época estudiaba educación especial en la Universidad Pedagógica, consiguió, a través de sus profesoras, una cita con un médico genetista. El diagnóstico fue parálisis cerebral atetósica, una afección del sistema nervioso que provoca movimientos involuntarios en brazos y piernas. Además, le detectaron sordera neuronal bilateral, epilepsia y discapacidad cognitiva moderada.

Su padre, como ocurre en tantos hogares colombianos, es un hombre ausente que nunca asumió su responsabilidad con él. Giovanni estudió en colegios pequeños de educación especial que, aunque de bajo costo, exigían el pago de una mensualidad. Hoy, con 43 años, estudia aerografía y teatro en una institución. Ha creado cuadros hermosos que espera vender para costear su mensualidad y su transporte, pues, debido a su discapacidad múltiple, no puede movilizarse en transporte público. Aunque su madre ha estado a su lado toda su vida, la situación económica y el futuro de su hijo la preocupan y deprimen. A sus 63 años, Amanda recibe una pensión equivalente al salario mínimo, con el que debe pagar arriendo y los demás gastos del hogar.

Es cierto que en Colombia existe una reglamentación sobre la inclusión, cuyo espíritu, en teoría, busca que las personas con discapacidad sean acogidas por la sociedad y puedan acceder a empleos en el marco de la responsabilidad social empresarial. Sin embargo, la mayoría de quienes logran ser contratados tienen discapacidades auditivas, visuales, cognitivas o son parapléjicos, pero en el caso de Giovanni, su condición hace casi imposible que acceda a esas oportunidades.

Sería necesaria una política gubernamental o un convenio con el sector privado para implementar un programa de atención a personas con discapacidad múltiple en edad adulta. Según Amanda, existen muchas instituciones que atienden a personas con discapacidad, pero no con discapacidad múltiple, y la mayoría solo recibe a menores de edad. En la institución donde estudia, Giovanni ha encontrado un espacio para expresarse a través del arte, pero se trata de una entidad privada con costos elevados. Para él y su madre, ese lugar es fundamental, pues allí, aseguran, lo tratan con dignidad.

¿Cómo podría Giovanni alcanzar la independencia? Tal vez a través de un ingreso proveniente de la venta de sus cuadros, que le permita cubrir parte de sus gastos. Pero la pregunta de fondo sigue en pie: ¿está nuestra sociedad, tan excluyente como es, realmente dispuesta a garantizar la inclusión de personas con una discapacidad como la de Giovanni? No tengo la pretensión de cambiar el mundo con este texto, pero sí de invitar a la reflexión. Basta con que, por un momento, nos pongamos en los zapatos de Giovanni y su madre, como en aquel comercial del que les hablé al inicio.

Finalmente, quiero cerrar este artículo con las palabras de Amanda Barrero, madre de Giovanni:

Para mi hijo Giovanni Alberto Rangel Bermeo

“La vida me dio una experiencia diferente como mamá al permitirme acompañar el crecimiento de un ser con capacidades distintas. Un hijo extraordinario que me asombra en cada momento. Recuerdo el día en que llegaste con tu maravilloso cuadro: conociendo tus movimientos involuntarios y la poca precisión que te impone la parálisis, me sorprendió tu capacidad para plasmar los rasgos de un gato. Así, con cada logro, mantengo la esperanza de que, con entrenamiento y la guía de tus profesores, puedas llegar a realizarte y ser parte activa de la sociedad”.

Por Clara Sánchez

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