Sofía Rueda Riberos
Desde el New Look de Christian Dior hasta el vestido de carne de Lady Gaga, la moda nos ha demostrado en innumerables ocasiones que es uno de los artes que más influencia tiene en la vida de los seres humanos. La moda no es como otras artes, que son contempladas en museos y galerías; esta expresión artística está unida a nosotros de manera íntima, porque nuestro cuerpo es el lienzo y nosotros, los artistas.
Tomemos como primer ejemplo el New Look de Christian Dior. La icónica silueta surgió en 1947, un período marcado por la escasez económica generada por conflictos como la Segunda Guerra Mundial. Caracterizada por tener una falda amplia, hombros delicados y cintura de avispa, esta creación permitió que las mujeres de la época volvieran a sentir ese gusto por el lujo y la feminidad que les habían arrebatado, devolviéndoles un arma poderosa: el expresarse y poner resistencia a través de su forma de vestir.
Muchas personas afirman que no les afecta si usan una prenda u otra. Para probar lo contrario, me permito citar a los investigadores Hajo Adam y Adam D. Galinsky; que en 2012 realizaron un experimento con el cual demostraron que la forma en la que viste la gente puede influenciar sus procesos cognitivos. A este fenómeno lo llamaron enclothed cognition y sugiere que cualquier prenda puede modificar nuestra actitud y comportamiento, revelando de esta forma que la moda no es una cuestión superficial, sino que está conectada con nuestras emociones, decisiones y actitud para afrontar los desafíos del día a día.
Me atrevería a decir que la moda es el arte más poderoso que existe, porque nos permite comunicarnos sin decir una sola palabra. La manera en la que nos vestimos refleja un mensaje consciente o inconsciente de quiénes somos o por qué luchamos. Y creo que no hay mejor ejemplo para este caso que Lady Gaga, quien nunca decepciona con sus extravagantes vestuarios. En los MTV VMAs de 2010 sorprendió en la alfombra roja al aparecer con un vestido hecho de carne cruda. Diversas opiniones con respecto al vestido no se hicieron esperar; pero días después durante una entrevista, la cantante afirmó que lo usó en forma de protesta contra la política estadounidense “don’t ask, don’t tell”, que prohibía a los soldados hablar abiertamente de su sexualidad, y no permitía a los aspirantes que “mostraran una propensión o intención de participar en actos homosexuales” servir en las fuerzas armadas de Estados Unidos.
Con esta declaración, el vestido de carne de Lady Gaga adopta un significado diferente, transmite un mensaje, una lucha. Y en años posteriores, Lady Gaga siguió haciendo de sus apariciones algo revolucionario, cargado de significado, gracias a lo que llevaba puesto.
Y con lo expuesto, me queda muy claro que, desde cualquier perspectiva que sea analizada, la moda ha sido la cabeza de muchas revoluciones históricas y merece que se reconozca su lugar en el mundo del arte. La moda no es pasajera, la moda refleja lo que somos o lo que queremos llegar a ser. No hay que sentir miedo de expresarnos por medio de ella; es más, hay que empoderarnos y dejar que nuestras prendas hablen por nosotros.