Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Por Carlos Andrés González Giraldo
En una reunión con jóvenes, el exministro y exvicepresidente Germán Vargas Lleras, cara del programa de vivienda gratuita del anterior gobierno, me dijo, al enterarse de que yo era arquitecto, que esta carrera ya no servía mucho hoy en día. Para él, todo está estandarizado, sugiriendo que el futuro de la construcción va encaminado a un simple “copy-paste”. Esta es una percepción preocupante, y más aún cuando se es responsable de un tema tan serio como lo es la vivienda en el país, que, en mi opinión, es el centro de la vida de las personas.
El programa de vivienda gratuita dejó muchos interrogantes. Nadie puede negar su importancia: por fin se le dio protagonismo a un tema tan relevante. Sin embargo, su error está en ver la solución como la simple entrega de un cierto número de casas. Un artículo publicado en el 2014 en El Espectador, titulado “La otra cara de las viviendas gratis”, expuso el problema a profundidad y mostró una preocupante imagen de un proyecto en La Guajira, donde se ve un grupo de casas iguales y sin espacios públicos. La imagen refleja esa visión de que todo está “estandarizado”. Y es que el problema no es el “no se ve bonito”, es que no se le está dando a la gente un lugar digno en donde vivir.
Es por esto que el tema se debe abordar desde múltiples perspectivas. La exposición Habitar el presente, por ejemplo, plantea cuatro conceptos esenciales alrededor de la vivienda contemporánea: sociedad, ciudad, sistemas constructivos y recursos. Estudiar la sociedad implica estudiar los modelos familiares para que las viviendas se adapten a sus necesidades; por ejemplo, una vivienda que sea capaz de transformarse a medida que la familia va creciendo, o una vivienda accesible para las personas en situación de discapacidad.
Por otro lado, está el tema de la ciudad. El proyecto de vivienda debe ser capaz de incidir positivamente en la estructura urbana; así mismo, la ubicación es fundamental para que las personas tengan fácil acceso a equipamientos de salud, de educación, de recreación, a sus trabajos, a las redes de transporte público y a ciclorrutas, entre muchos otros recursos. En el concepto de sistemas constructivos se debe garantizar una estructura resistente en el tiempo y a eventos naturales, pero también debe diseñarse para permitir flexibilidad, que se puedan hacer transformaciones a los espacios interiores.
El último concepto es el de recursos. Este se refiere a crear viviendas eficientes y sostenibles; no es construir fachadas verdes; es construir, por ejemplo, espacios con buena iluminación y ventilación natural, lo que trae dignidad y ahorro de recursos. Yo incluiría un quinto concepto: la comunicación con la comunidad para saber qué quieren, qué necesitan y socializar con ellos el proyecto.
Todo esto demuestra la complejidad y la importancia del tema. Se debe resolver con más rigor de lo que se está haciendo y se debe comprender la importancia humana y el poder de transformación social que trae la construcción de vivienda. La arquitectura se ha dedicado a investigar, comprender y proponer diferentes soluciones para el hábitat del ser humano. Pero es cierto que se ha apartado mucho de la realidad política y social. Por esto, es esencial que esta disciplina intervenga con fundamento y protagonismo en muchos de los problemas que aquejan al país. Está en manos del nuevo Gobierno afrontar la situación.
