Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El sur del Tolima ha sido profundamente afectado por distintos actores armados, el abandono estatal y la falta de inversión transformadora que mejore de forma sostenible las condiciones de vida de las comunidades históricamente marginadas. Pese a la violencia, la desigualdad y la pobreza, los habitantes de esta zona del país han enfrentado con resiliencia las adversidades y han sido ejemplo de cómo la esperanza y la resistencia pueden generar cambios positivos en sus territorios.
Un ejemplo de fe y lucha es el caso del padre Jesbaán Rodríguez, quien en sus 24 años como sacerdote ha estado en distintas zonas del Tolima llevando esperanza y, en la medida de sus posibilidades, ofreciendo a las comunidades lo que el Estado debería garantizarles. Actualmente es el encargado de la parroquia San Juan Bautista en Chaparral, considerada una de las iglesias más hermosas de la región. Su historia de vida y su entrega por los más necesitados son inspiradoras y han dejado huella en miles de familias.
Desde sus inicios como sacerdote se dio cuenta de las distintas Colombias que coexistían y tenían enormes brechas entre sí. Ha sido testigo del sufrimiento que ha padecido el campesinado y también de su fortaleza, sostiene que “el campesino del sur del Tolima y de Colombia en general es un campesino olvidado, un campesino que no tiene oportunidades, que expone su vida con las carreteras en tan mal estado que tiene que atravesar, y a pesar de que hay abandono en muchos aspectos, el campesino es un valiente que sale adelante”.
En muchos de los territorios abandonados por el Estado, la Iglesia ha sido más efectiva que cualquier político local; en Chaparral, por ejemplo, han construido casas para adultos mayores y personas en situación de discapacidad, todos los miércoles ofrecen 100 cenas a habitantes del pueblo que no tienen el derecho a la alimentación garantizado, apoyan comedores comunitarios y tienen distintos proyectos ambientales y sociales enfocados en el bienestar de la población tanto del casco urbano como de las zonas rurales.
El padre Jesbaán ha desarrollado varios proyectos educativos durante su labor como párroco, mencionando que “cuando la gente estudia no se deja engañar y por esto es muy importante capacitarse”. Uno de los proyectos en curso se llama “Proyecto rural y de la tierra al cuidado de la casa común”. Según el padre, “este proyecto pretende organizar y asociar alrededor de 2.500 líderes y lideresas campesinos. Se busca que sean personas competentes para liderar procesos y no se dejen corromper por el político de turno. Esta será una oportunidad única para que el campesino se reivindique”. Estos procesos de formación apuntan a fortalecer la asociatividad para transformar los territorios desde las comunidades y no a través de procesos políticos clientelares.
Otra de las iniciativas que se han promovido desde la parroquia es el Mercado Sueños, que consiste en llevar al centro urbano del municipio entre 200 y 250 familias provenientes de las veredas, para que vendan sus productos sin intermediarios y sean ellas las que obtengan las ganancias por vender lo que cultivan en sus fincas.
A través de la ejecución de proyectos como los mencionados, la Iglesia en Chaparral ha logrado pequeñas transformaciones materiales. Este tipo de transformaciones son a las que se debería apuntar en Colombia, a construir paz desde la verdad y el perdón, y también desde el acceso a vivienda digna, la superación del hambre y la injusticia social. Aunque el rol de la Iglesia ha sido positivo y transformador en algunos territorios del país, las comunidades siguen esperando cambios estructurales que deberían provenir del Estado y no de organizaciones intermedias.
* Estudiante de doctorado de la Universidad de Sussex.