Es época de elecciones y los ánimos se han preparado, lejos de lo que algunos pensaban, para evidenciar otra vez una constante en nuestro país: la polarización. En medio de la actual carrera para desempeñar el máximo cargo político en Colombia, de nuevo toman fuerza los ataques personales por motivos políticos en las calles y redes sociales.
Apoyar a uno u otro candidato puede costar que se tilde a un individuo de “guerrillero” o “paraco”, dos palabras que tanto nos recuerdan el pasado de un conflicto armado que continúa vigente en el territorio. A pesar de esto, ambas connotaciones se siguen usando a diestra y siniestra sin el menor cuidado.
Con frecuencia vemos cómo las discusiones políticas se reducen a agresiones en las que solo se repiten frases con una carga negativa para atacar a la persona que apoya un proyecto político diferente al propio. A través de diversas plataformas se han leído frases como: “Yo no voto por este candidato porque es un guerrillero”, “el candidato que usted apoya es un paraco”, “ese es un guerrillero”, “ay, pero si el que es no deja de ser”.
Es algo lamentable, que sigue encasillando una discusión tan importante como la que se da en el intercambio de opiniones de los ciudadanos respecto a los programas de gobierno de los candidatos, y la transforma en un ir y venir de insultos sin sentido, en donde muchas veces priman la desinformación, la emoción y el sesgo de confirmación.
Porque en Colombia ha resultado más fácil reducir la otredad, comprender lo diferente como ilógico o irracional, que derribar barreras para escuchar las apreciaciones de los demás. Eso demuestra lo mucho que falta aprender a convivir con lo diverso, aprender que son pocas las cosas que se pueden etiquetar como blanco o negro.
En medio del avance de los sistemas autocráticos en el mundo, es vital recordar que la democracia nos permite coexistir en medio de la pluralidad, por lo que es un total fracaso seguir percibiendo las ideas políticas contrarias como las propias de un enemigo y mantener viva la tendencia combativa. Algo que, como sabemos, no construye ni lleva a ningún lado.
Es por ello que, en medio de las actuales campañas políticas electorales, es importante evitar repetir errores como:
- Compartir información que no se ha verificado con otras fuentes. Sí, es fácil dejarse llevar por lo que uno piensa, pero cerciorarse de lo que se comparte es vital para fortalecer las discusiones políticas.
- Caer en los falsos argumentos que solo buscan atacar o descalificar a los candidatos de forma personal y que a la larga solo logran desviar la atención de lo verdaderamente importante.
- Por último, evitar opinar sobre algún tema político con el sentimiento a flor de piel. Mantener la cabeza fría en debates acalorados no es fácil, pero tampoco imposible. No se puede dejar de lado el respeto por las opiniones contrarias.
El país, así suene a frase de campaña, se construye entre todos. Empezar por algo tan sencillo como optar por escuchar al otro, de entrada, es un gran paso.