Eres una marioneta viviente, y eso está bien

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Columna del lector
21 de julio de 2019 - 10:08 p. m.
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Por Juliana Vargas Leal
Si no caminas

Si no lo logras

Si no te levantas de la cama

No importa.

Si consigues la meta

Si continúas con la siguiente

Si participas en este juego sin fin,

que sabes que acabará

No importa.

Que todos vean tus lágrimas, que todos oigan tus lloriqueos. Que los demás vivan en esperanza, que lleguen a su lugar, a donde quieran llegar, menos tú.

No importa. Si eres consciente de tu fin, si confiaste tu felicidad a un orden, si creíste en esa fe que los demás crearon para no morir en vida, si el mundo te defraudó y te dejó abandonado en la Nada, en esa Nada que eres, no importa.

No importa porque, entonces, ya eres una Nada consciente de sí. Te ves como una abominación, como un absurdo, y eso está bien.

Tocas tu piel y sientes el sufrimiento que no entiendes, pero aceptas. Y eso está bien.

Llora, grita, golpea, que eso está bien. Si quieres, hazlo en silencio para proteger a aquellos que tienen miedo a verse, pero hazlo. Saca toda esa voluntad de vivir y lo efímero que llevas dentro. Haz catarsis. Muere. Muere y vuelve a nacer.

Y cuando lo hagas, enorgullécete de ser una paradoja, de ser la suma de partes disímiles: invierno, luz, azul, firmeza. Eres marioneta viviente, y eso está bien.

Porque no eres más que debilidad, pero también fuerza. Como Sísifo, empujas la roca hasta la cima para que siempre vuelva a caer. Regresas, la empujas, llegas a la cima. Regresas. Eres un fantasma que agoniza y emerge a intervalos propios de una luna. Apareces cuando tus pies te lo permiten, desapareces cuando el terror de saber quién eres te alza, te envuelve y te alinea junto con las marionetas y los espectros que nos han perseguido desde siempre y para siempre. Y esto está bien. Está bien no encontrar el sentido, perderse en el vacío, empujar la roca hasta la cima y caer.

Mientras tanto, distráete con ensoñaciones, sorpréndete del mundo que alguna vez te defraudó y que ahora ves como un viejo amigo; descubre su extrañeza y su mística, y esa esperanza que de pronto se asoma por detrás del mar que quita y da a su capricho. Tímida y coqueta te mira, la miras. Juega con tus brazos de marioneta. Tú dejas caer la roca mientras la contemplas. Se acerca, te toma, te lleva.

Ya no empujas. Ya no agonizas y emerges. Te dejas llevar. Y si ella es como el mar que quita y da a su capricho, está bien, que la vida está hecha de ciclos, y tú de absurdos y marionetas estás hecho. Si hay que imaginarse a Sísifo feliz, en tu vida sin caminos también hay armonía, esa armonía que es sólo tuya.

@Jvargasleal

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