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Qué es un tibio y origen de la palabra en la política colombiana

Columna del lector: Enrique Uribe Botero
05 de junio de 2025 - 03:15 a. m.
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Sin jamás haber sido militante o activista de un partido político, desde mi más temprana adolescencia me interesé por la política nacional e internacional; fue definitiva en mi formación; eso en gran parte se lo debo a mi abuela materna, una recia activista del Partido Conservador en su querida Pereira, en donde fungió como concejal del municipio. Gracias a la política puedo decir con orgullo que fue ella mi mejor amiga en la familia y tal vez yo el de ella. Todo me lo explicaba, todo lo discutíamos, fui sin duda el único de sus once nietos que se interesaba por lo que a ella le interesaba. Y me sigue interesando; me repetía con insistencia y afecto: “mijo, al que le gusta la política, quiere a su país”.

También le interesaba a mi papá, que en sus años mozos fue un férreo militante del M.R.L (Movimiento de Renovación Liberal) que fundó y dirigió el expresidente Alfonso López Michelsen, por no haber estado de acuerdo con el pacto firmado en 1957 en la población de Sitges en Cataluña -España- por los entonces directores de los dos partidos existentes en su momento en Colombia, el Partido Conservador, en cabeza de Laureano Gómez, y el Partido Liberal, dirigido por Alberto Lleras Camargo, para evitar disputas entre sus militantes, campesinos pobres. Colombia era un país rural. Durante cuatro periodos presidenciales se alternarían el poder con una condición adicional, de los entonces 13 ministros, 6 serían miembros del partido en el poder, 6 de sus contrarios y el restante sería un militar a la cabeza del Ministerio de Defensa, pacto que se conoció con el nombre de Frente Nacional. Un pacto absolutamente contrario a cualquier postulado demócrata. La historia con las consecuencias que aún hoy padecemos, le dio la razón a López Michelsen y a mi papá le llegó su interés por la política hasta cuando vio a Alfonso López en la presidencia. Hoy lo entiendo, pienso que ese gobierno fue el final de una época.

Hoy tenemos decenas de partidos políticos y otro tanto de candidatos, quienes, sin estar afiliados a un partido, inscriben a los suyos con firmas de simpatizantes recogidas en las calles.

Estamos a un año de la primera ronda para la elección de próximo presidente de la República y como es natural ya se perfilan los precandidatos, número que fácilmente puede llegar a los cuarenta. Unos se dicen de izquierda, otros de derecha y los restantes -la mayoría- “de centro”.

Me motiva a escribir este artículo un calificativo que se introdujo a nuestra jerga política en las pasadas elecciones para definir a un candidato: “tibio”. Podrían serlo todos los que se autodenominan de centro por no identificarse con una línea de gobierno bipartidista, ya no liberales y conservadores, sino de izquierda o de derecha. Pero no. Tibio no hay sino uno, Sergio Fajardo. Curioso. Fue acuñado por Gustavo Petro y dirigido a uno solo de sus siete contrincantes en las elecciones 2022, a pesar de que, a excepción de Enrique Gómez Martínez, ninguno se presentó como representante de una ideología de izquierda o de derecha, lo que los convertiría en tibios.

¿Por qué entonces apuntar este pegajoso instrumento de ataque contra Sergio Fajardo y no contra ninguno de los demás candidatos? Simple, porque al que había que destruir era al más sólido opositor. Eso sumado a acusaciones de corrupción y otras jugadas sucias del hoy presidente contra Fajardo en esas elecciones. Ante la falta de argumentos, buenas son las calumnias.

Me pregunto. ¿Puede llamarse tibio a un gobernante matemático de formación y docente por vocación, cuya bandera de gobierno y principal objetivo es educar a sus gobernados? Su programa de gobierno “Antioquia la más educada” lo hizo merecedor del premio al mejor gobernador de Colombia en el periodo 2012-2016. Un programa claramente dirigido prioritariamente a las poblaciones más alejadas de este definitivo -el más- factor de desarrollo de un pueblo. También fue elegido como el mejor alcalde de las ciudades de Colombia con más de 500.000 habitantes.

Adicionalmente, Sergio Fajardo durante su administración encabezó el ranking de Transparencia por Colombia y el índice de gobierno abierto de la Procuraduría. ¿Tibio? ¿Cómo le iría hoy en estas evaluaciones a nuestro actual presidente o a su más cercano consejero y colaborador, Armando Benedetti? A ustedes queridos(as) lectores(as) la respuesta.

Es que resulta que ser tibio es no autodenominarse de izquierda como lo hace con insistencia nuestro actual presidente, lo que, oportuno sea aclarar, está lejos, muy lejos de ser cierto. ¿Puede llamarse de izquierda a una persona cuyo Oráculo y fuente de inspiración es Simón Bolívar, fundador del Partido Conservador en Colombia? Dime de qué presumes y te diré de qué careces. No olvidemos que su gran frustración, lo que lo llevó a intentar tomarse el poder con las armas, fue no haber visto en la presidencia al único dictador que ha tenido Colombia, el general Gustavo Rojas Pinilla, en unas elecciones que, no se nos olvide, solamente se podían presentar candidatos conservadores. Gustavo Petro es más un demagogo de derecha que cualquier otra cosa, como también lo fue en su momento el tocayo Rojas Pinilla. Un hombre que mientras llama al gran Pepe Mujica el más humilde y sabio de los presidentes de América Latina, “mi hermano”, lo abraza en su modesto rancho vistiendo las más costosas prendas del consumismo universal.

¿Será que ondear la bandera del M19 a la menor oportunidad, desde el día de su posesión hasta la visita a Pepe Mujica y otras, lo hace de izquierda? No he visto a ninguno de los fundadores y más emblemáticos miembros de ese grupo, algunos de quienes no han vacilado en tratarlo de aparecido en el movimiento, ondear con tanto aspaviento esa bandera. Una vez más: dime de qué presumes y te diré de qué careces. No se le vio en ninguno de los episodios más sonados de ese movimiento, ni mucho menos en la Constituyente, como él con insistencia nos quiere hacer creer. Con acierto se prefirieron nombres como los de María Teresa Garcés, Orlando Fals Borda, María Mercedes Carranza, Carlos Ossa Escobar o Francisco Maturana.

¿Puede considerarse un demócrata a una persona cuyo fetiche, su más preciado bien de postura política, es una espada? Un arma. Un símbolo de violencia, de combate. Un elemento diseñado para matar al prójimo de la manera más sangrienta y cruel posible. ¿Puede considerarse un demócrata a quien como primera acción de gobierno pide la espada de Bolívar para blandirla ante la nación? ¿No es eso una amenaza? Que lo digan estos casi tres años de su gobierno. Los demócratas no necesitan amenazar, cuentan con los argumentos.

O ser tibio es no estar con los mismos de siempre o, para ponerlo en palabras de Jorge Eliecer Gaitán, de “los mismos con las mismas,” que es lo que hoy vivimos, los que representan lo que fue el Frente Nacional que, no nos equivoquemos, no se terminó en 1974. La repartición de cargos y prebendas no se ha terminado; aun cuando no normatizada, hace parte de nuestro sistema político actual.

No nos equivoquemos, no nos dejemos engañar, Sergio Fajardo es un demócrata convencido, claro en sus principios de gobernanza como bien lo demostró en su paso por la alcaldía de Medellín y la gobernación de Antioquia. Lejos muy lejos de ser tibio y sobre todo de las arengas, insultos y provocaciones.

Por Enrique Uribe Botero

Conoce más

 

javier arlés(96673)07 de junio de 2025 - 06:41 p. m.
Esta columna es un panfleto tergiversador a favor del tibio Fajardo.
Sergio Henao(3490)07 de junio de 2025 - 03:01 p. m.
Con que la columna era en realidad una fantochada para lanzar una vez más al tonto del GEA, al corrupto asociado de don Berna y obsecuente cómplice de la oligarquía paraca antioqueña, al que regaló Une a los suecos en un negocio en el que EPM no recibió un sólo peso, el corrupto que le daba los contratos de cemento a la empresa de su hermano y dejó a medias o como elefantes la mayoría de los parques bibliotecas...
ariel paz(29679)06 de junio de 2025 - 11:27 p. m.
Tibio y oportunista que se reunió con Rodolfo. Ese es fajardito.
Carlos Andrés Botero Girón(74366)05 de junio de 2025 - 09:04 a. m.
Este columnista NO ENTIENDE que la espada es un simbolismo de la lucha por la liberación de los derechos que la ultraderecha le ha quitado a la sociedad. Bolivar FUE LIBERTADOR, por tanto no conservador. LEA LA HISTORIA MIJO.
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