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La nueva tesis de la Iglesia católica en Alemania

Ricardo Moreno Buitrago

24 de octubre de 2021 - 11:59 p. m.

Me retiré ya hace casi dos años de la vida clerical, de una de las muchas congregaciones y seminarios católicos que existen en la ciudad y a la cual le agradezco la oportunidad de vivir esa experiencia. Quisiera exponer una de las tantas razones por las cuales decidí dar un paso al costado, por así decirlo, de la barca petrina en lo que respecta al ministerio del orden sacerdotal, que hoy en día es centro de debate y controversia en la Iglesia católica romana en Alemania, al aprobar las uniones de personas del mismo sexo.

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Primero, quisiera comenzar recordándoles que grandes cambios en lo que se refiere a las constituciones dogmáticas en la Iglesia provienen de Alemania. Es el caso de Martín Lutero y su tratado de las 95 tesis, que en su tiempo fueron, al igual que hoy, motivo de controversia en la interpretación bíblica, más exactamente contra el concepto de las indulgencias, que, en pocas palabras, pretendían lavar culpas a cambio de dinero. Un pasaje triste en la historia de la Iglesia católica, que dio paso así a la Contrarreforma y a una nueva vertiente del cristianismo en Occidente. Por ello, creo yo, no es nada circunstancial que tal movimiento provenga de un pueblo cuya historia incluye la incubación de nuevos puntos de vista.

Segundo, en mis años como laico y después como seminarista, pude ver de primera mano la gran incoherencia que muchos de los seguidores de Cristo y especialmente yo, que soy campeón en incoherencias (tenía que ser bueno para algo), llevamos a cabo en nombre del resucitado, puesto que somos más fieles a los ritos que al mandamiento de amar a los hermanos. Cuando estuve ahí, me costó aceptar que en ciertas comunidades religiosas, incluso en la que yo estaba, abunda un clericalismo radical entre algunos miembros que van lanza en ristre contra los hermanos que son homosexuales, incluyendo también a los que pertenecen a estas congregaciones y están ahí por el solo hecho de ocultar su forma de ser ante la sociedad.

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Lo más raro es ver que algunos sacerdotes y seminaristas que tienen esta orientación sexual y han prometido una vida célibe entregada al señor pertenecen a este sector clerical que ve con malos ojos la homosexualidad y la diagnostican como una aberración. Y yo soy testigo de ello, pues una de las razones para dejar los hábitos fue no poder aceptar la diferencia en aquellos que tienen otros gustos sexuales diferentes al mío (heterosexual) y convivían conmigo cuando yo me percaté de ello.

Lo anterior, posiblemente, me hizo ver que todos tenemos nuestro lado homofóbico, alimentado, tal vez, por una corriente machista y cultural que nació de las estructuras patriarcales del judaísmo que perduran en algunas corrientes del cristianismo fanático, en homilías y pasajes bíblicos sacados de contexto y en la poca hermenéutica, de la cual yo también he bebido de su seno.

Por último, creo que es necesario incubar, al igual que la Iglesia católica alemana, la idea de que el amor (Dios) no nos pertenece, sino que pertenecemos al amor. Muy posiblemente así aceptemos de mejor manera la diferencia que hace de cada hombre y cada mujer, según la orientación sexual con la que se sientan identificados, hijos de un mismo padre.

Por Ricardo Moreno Buitrago

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