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La verdad sobre Pékerman

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Columna del lector
23 de noviembre de 2015 - 02:00 a. m.
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Ya se está haciendo costumbre terminar aburridos después de que finaliza un partido de la selección.

La gestión de José Pékerman después del mundial no sólo es triste por los resultados; es más decepcionante aún cuando miramos la forma vergonzosa en la que pone a jugar al equipo colombiano.

Después de la desastrosa Copa América —que no vale la pena recordar—, las eliminatorias para Colombia han seguido la misma lógica: no logramos encadenar un serie de pases constantes que nos permitan tener el control del juego, no se ha logrado ordenar el medio campo con el fin de cubrir los espacios defensivamente (exceptuando el partido con Chile), no se plantean bien los partidos de inicio, jugamos como un equipo chico, se presentan vacíos en las convocatorias y sólo dependemos de las genialidades de nuestras figuras. Cuando no aparecen las individualidades de James, Sánchez, Ospina y compañía, no existen soluciones tácticas para los problemas que demandan los partidos. No tenemos juego colectivo y sin las individualidades nuestras opciones de obtener resultados son totalmente nulas.

Nos enfrentamos a una Argentina que venía al calor de Barranquilla con 24 horas menos de descanso y sólo dos puntos en la tabla. Y eso que no he mencionado la mayor ventaja con la que contábamos. Sí, la ausencia del mejor jugador del mundo quién era reemplazado por Lavezzi, suplente en el PSG. Años luz de diferencia entre uno y otro. Además, jugaba Higuaín que nunca ha podido dar pie con bola en la selección, en detrimento del lesionado Agüero, y para terminar, tampoco podían contar con su único lateral derecho decente a nivel internacional, Zabaleta. Un escenario más favorable será difícil volver a encontrar.

Sentí un déjà vu, pero no, eso en realidad sí había pasado antes; volvimos a revivir a una decaída Argentina. La diferencia es que antes sí tenían a Messi y Agüero. Bueno, también que Pékerman, con el excelente mundial que nos regaló, tiene una muy buena espalda, entonces no fue despedido como le pasó a Leonel Álvarez, pobrecito el melenudo.

Centrándonos en el partido, la verdad es que nos salvamos de terminar goleados y el par de opciones que tuvimos fueron más a punta de empuje que de una buena elaboración. Las individualidades no aparecieron y de ahí el resultado. En el primer tiempo, James perseguía a los argentinos que pasaban por su lado, pero sólo con sus ojos. Hubiera sido útil que Pékerman le hubiera pedido que hiciera el mismo ida y vuelta que hace en el Madrid. Bacca no pudo parar bien un balón y sigue sin encontrar su nivel cuando se pone la camiseta amarilla, sin embargo Pékerman lo prefirió a él que a un Muriel que venía encendido y con confianza. Mejía demostró que no tiene nivel de selección, aunque siendo justos tampoco hay mucho de donde escoger, y a Zapata su suplencia en el Milán le está pasando la cuenta de cobro.

Ya es hora de que Pékerman y su numeroso cuerpo técnico se pongan a trabajar en serio, porque si lo están haciendo pues no se nota. ¡El mundial ya es historia! No podemos quedarnos en la pasado. Es que el técnico argentino no encuentra soluciones y Ecuador —rival directo— ya está a 8 puntos, con puntaje perfecto, y eso que tiene mucha menos calidad de capital humano que nosotros. Uruguay y Chile también tiene un buen colchón de puntos, y pues Messi y Neymar tienen que ir al mundial, entonces se puso difícil la cosa; sólo hay cupo para cinco. Por favor capitán Pékerman, enderezca este barco chueco.

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