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Estar inmersos en un mundo mundo globalizado, donde los estudiantes frecuentemente están pendientes de los mensajes de Whatsapp, chat, email, Twitter, Facebook, es en instantes agotador y preocupante, porque continuamente se cae en una pelea de nunca acabar con frases atenuantes como: “guarda el celular, “te lo voy a decomisar”, “siempre con lo mismo”,
Por Yanet Nieto
Y finalmente se convierte en una intensa cantaleta que circunda las aulas de clase, cuando el docente tiene otros intereses para cada uno de ellos, donde se busca enamorarlos con las palabras de Cortázar: “Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano...”, e incluso convencer a los más grandes de que Edgar Allan Poe y su cuento El gato negro “se convirtió en un grito prolongado, sonoro y continuo, infrahumano. Un alarido, un aullido, mitad horror, mitad triunfo, como solamente podía brotar del infierno...”, son textos que no pueden pasar por alto en la vida escolar, porque permiten entender aspectos interesantes que muchas veces se encuentran ocultos en la llamada literatura universal.
No es una tarea fácil para aquel sujeto llamado en los pasillos de colegio “profesor”, que además de importarle transmitir conocimientos, se encuentra interesado en acercarse a cada estudiante para fomentarle valores y enseñarle que la educación de hoy en día debe ser integral, donde se busca encontrar seres inteligentes que respondan a las necesidades de la sociedad, personas capaces de salir a cuestionar el mundo con una mirada crítica frente a las injusticias que pueden encontrar en el contexto donde se han sumergido. Es por esta razón que desde el área de lengua castellana se busca fortalecer las habilidades comunicativas que atañen al ser humano: leer, hablar, escuchar y escribir.
Leer, más allá de concebirse como decodificar el significado de pequeños garabatos llamados letras, implica leer la realidad como si fuera un libro abierto. Percibir el mundo mediante los sentidos. Es una motivación para los estudiantes hacia la literatura, salir a reconocer los entornos y descubrir que en cada uno de ellos hay una historia que aprender, “escuchar con los ojos cerrados”, como lo afirma Albert Einstein: “la imaginación es más importante que el conocimiento”.
La escritura como tal no es un fin de la educación inicial, debe verse como una condición que posibilita la comunicación, la interacción y el contacto con la cultura. Lo que lleva a que en los primeros grados de la escolaridad, los niños se descubran como productores y lectores de textos, hasta llegar a los grados superiores, donde la preocupación es aprender a elaborar ensayos con argumentos sólidos y convincentes, como lo plantea el autor Fernando Vásquez en su libro: Pregúntele al ensayista (2009).
Saber escuchar y hablar. Lo esencial en dichas habilidades no está en asumir una actitud silenciosa en algún rincón del salón, estando ausente cuando el docente lanza una pregunta, sino, por el contrario, en el debatir los temas planteados, generar interrogantes continuamente, exponer su pensamiento, dar su opinión de forma oportuna y, lo más importante, valorar lo que el otro dice, ya que además de aprender de ellos se fortalece uno de los valores del ser humano: el respeto, porque escuchar al otro es decirle con el silencio que lo que él dice es importante para todos.
* Docente Colegio Mayor de los Andes.
