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Aunque existe la posibilidad de que al leer este escrito nos encontremos en cualquier otro día de la semana, pudiera ser incluso un día laboral, algo queda claro: el domingo se acerca y probablemente la melancolía que lo acompaña también. El día de descanso predilecto, el día de diversión o para compartir en familia, e incluso el día de Dios se convierte en aquel cuando se sienten una desazón interna y sus síntomas, específicamente de tristeza, nostalgia y vacío para quienes los experimentan.
Curiosamente no se cuenta con una explicación clara de dicho fenómeno que incluso ha sido denominado “síndrome del domingo”, agregándole la especificidad de la tarde. Las explicaciones más frecuentes hacen alusión a la aparición de pensamientos anticipatorios en relación con las actividades laborales que inician al día siguiente, sensación de inutilidad o también un posible sentimiento de soledad al no tener vínculos familiares o personales fuertes. Además, algunas estadísticas del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses relacionan el domingo como el día mayormente elegido para cometer un suicidio.
¿Qué hay detrás de esto? Racionalmente no podemos culpar a un día de la semana que no deja de ser igual a los demás, con 24 horas que lo limitan, con la única excepción de que antecede el inicio de la jornada laboral de la mayoría de los colombianos. Entonces, ¿cuál podría ser la causa del malestar psicológico en relación al domingo? Para mí es un evento multicausal.
Por una parte, la insatisfacción laboral cobra una gran importancia. No es de extrañar que para muchas personas las labores en las que se desenvuelven no las llenan completamente; sumado a esto están las actividades propias del oficio, el salario, los tipos de contrato, la cantidad de horas trabajadas, etc. Por otro lado, está la convivencia familiar que durante un fin de semana entero saca a flote los problemas y las diferencias entre sus miembros, o bien sea problemas de pareja que por lo general pueden repercutir negativamente durante la semana. Asimismo, están los sentimientos de soledad además de cierto temor a estar con nosotros mismos, con nuestra consciencia.
Básicamente, el domingo, cuyas horas pasan a veces en compañía y a veces con nosotros mismos, se convierte en el único momento de la semana que tenemos para pensar, divagar, reflexionar sobre nuestra vida y existencia; nos aleja del pensamiento de sentirnos útiles, necesarios y ocupados; saca a flote una posible insatisfacción en varios aspectos de la vida que incluso puede llevar a una persona a tomar el suicidio como ruta de escape.
¿Por qué no sucede esto mismo un sábado? A pesar de que también es un día de descanso (para algunos colombianos y colombianas), el sábado es frecuentemente utilizado para realizar actividades de aseo, compras y ocio que nos ocupan, distraen y evitan la cavilación. Ciertamente, habrá quien experimente insatisfacción, tristeza, melancolía y otros mal llamados “sentimientos negativos” un sábado o cualquier otro día de la semana, incluso teniendo ocupación.
Con este escrito no busco resolver las incógnitas en relación con el “síndrome del domingo”, es más una reflexión personal que casualmente hago un domingo de miedo, uno en el cual se extraña aquello que fue o que pudo ser, amores, familia, amigos, ese que obliga a la introspección y a la catarsis y lleva al caos, pero, como dijo Saramago: “El caos es un orden por descifrar”.
* Psicólogo.