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El anteproyecto del Plan de Desarrollo Bogotá Mejor para Todos tiene como objetivo central “propiciar el desarrollo pleno del potencial de los habitantes de la ciudad, para alcanzar la felicidad de todos”.
Por: Catherine Romero y Catalina Villegas
Dicha apuesta, en términos del alcance de la ruta programática del Distrito, merece un mayor análisis si lo que esperamos los bogotanos son objetivos medibles para que en cuatro años podamos evaluar los procesos de las políticas formuladas, así como de sus correspondientes resultados. El eje de una política pública en términos de felicidad resulta particularmente problemático cuando se trata de fenómenos complejos y estructurales como el embarazo adolescente.
En casos como éste, parece mucho más pertinente que los programas, metas y estrategias, así como la inversión de recursos, se propongan como una alternativa para avanzar en el cierre de brechas y en desarticular los ciclos de pobreza, violencias y mortalidad materna que vive la población joven del país.
El concepto de cierre de brechas ha adquirido un lugar importante en el discurso del Gobierno Nacional y del Departamento Nacional de Planeación en particular, quienes lo han definido como una metodología de caracterización municipal que permite identificar el nivel de esfuerzo que deben adelantar las entidades territoriales para el cumplimiento de las metas e indicadores nacionales o departamentales en salud, educación, agua, vivienda y fortalecimiento institucional.
Más allá de la técnica de priorizar esfuerzos y recursos, lo cierto es que éste concepto resulta particularmente relevante para la formulación de políticas públicas orientadas a disminuir el embarazo adolescente, no solo porque visibiliza y atiende los problemas de inequidad en la población joven del país, sino también porque evidencia las diferencias en el acceso a la salud sexual y reproductiva de los niños y adolescentes en áreas urbanas versus los que se encuentran en zonas rurales.
En ese sentido, la planeación y la inversión en salud sexual y reproductiva de los adolescentes no obedece únicamente a un ejercicio de garantizar que los jóvenes decidan autónomamente sobre su cuerpo, sexualidad y reproducción. Tiene que ver también con las respuestas del Estado para combatir los ciclos de pobreza, violencias (dentro y fuera del conflicto armado) e incremento de la mortalidad materna de una población altamente vulnerable, en razón de un desarrollo sexual en construcción en medio de entornos altamente adversos. En consecuencia, diagnosticar y atender la realidad reproductiva de los 12,5 millones de jóvenes colombianos va más allá de garantizar su felicidad, para constituirse en una puerta de entrada para conocer y atender las causas de inequidad, pobreza y exclusión que vive esta población tanto en áreas urbanas como rurales.
Así las cosas, vale la pena extender la invitación para que los alcaldes del país incluyan en sus planes de desarrollo, diagnósticos y estrategias para combatir la maternidad y paternidad adolescente como una vía para ofrecer alternativas de salud, educación, oferta de espacios recreativos y culturales y oportunidades de empleo, con el fin de aportar al desarrollo sostenible de nuestras ciudades.
Pensar y planear económica y socialmente un territorio para los próximos cuatro años, pasa necesariamente por dar respuesta a las necesidades de los jóvenes y por definir estrategias multisectoriales para afrontar el embarazo adolescente. Es así como la planeación debe incorporar estrategias orientadas a promocionar los proyectos de vida para los adolescentes, la permanencia escolar y el acceso a servicios y educación sexual y reproductiva, entre otros.
Por otro lado, teniendo en cuenta que la normativa sobre el tema es amplia y sofisticada, vale la pena que los equipos formuladores de los planes efectivamente incorporen los lineamientos de política nacional en los planes de desarrollo local, específicamente las metas e indicadores del Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018, del Plan Decenal de Salud Pública 2012-2021, del Conpes 147 de 2012, la apuesta de la Política Nacional de Salud Sexual y Reproductiva que definen no solo un marco interesante para avanzar en la atención de esta problemática, sino que adicionalmente, definen y asignan responsabilidades para que las autoridades públicas se pongan la camiseta a favor de la población demográficamente más joven. Los planes de desarrollo constituyen una herramienta que puede ayudar a concretar las apuestas que como sociedad queremos hacer respecto de los jóvenes y de su sexualidad.
