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Renovación occidental: entre los radicales y la solidaridad

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Columna del lector: Tomás Porras Naranjo
26 de abril de 2021 - 03:00 a. m.
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Nuevamente las sociedades democráticas se enfrentan al acérrimo levantamiento de los grupos xenófobos, racistas y abiertamente antidemocráticos, que defienden un conjunto de valores tradicionales arraigados a la nacionalidad, la política o la religión, promoviendo la exclusión y expulsión de ciertos colectivos sociales, al estilo de los movimientos fascistas de principios y mediados del siglo XX. Y aunque esta amenaza no es nueva, las “fuertes” democracias occidentales se muestran incapaces de enfrentarla, pues este no es el combate exterior al que han estado acostumbradas. Ya no se trata de una lucha armada a miles de kilómetros, sino de una batalla interna contra la retórica radical, que usa las herramientas democráticas para desbaratar la democracia. Estos hechos, contrario a representar una pasajera turbulencia política, constituyen el agravamiento y estallido de la crisis de la democracia occidental.

Entre tantas otras causas, la crisis puede situarse en las condiciones sociales, económicas y culturales desarrolladas por el modelo neoliberal, cuya estrategia, lejos de ser meramente un esquema económico, fomenta una cultura deshumanizada e instrumental caracterizada por la pérdida del sentido y los fines, los cuales son sustituidos por el único lenguaje que podría satisfacer sus objetivos, pero no al hombre en su plenitud: el dinero. Más allá del auge de los grupos radicales en los países occidentales, la situación se evidencia en el aumento progresivo de la desigualdad y la pobreza (ONU, 2020), los bajos índices de participación democrática, la elección de gobiernos autoritarios, los ataques a los medios de comunicación y la deslegitimación de la libre expresión, el intento de toma del edifico del Reichstag en Alemania, en agosto del 2020, por un movimiento de extrema derecha (Scholz, 2020) y, más recientemente, la toma y retoma del edificio del Congreso de los Estados Unidos en una manifestación de partidarios de Donald Trump (Deutsche Welle, 2021). Esta enfermedad, cuyos síntomas han sido normalizados, establece el predominio del individualismo sobre cualquier horizonte común. Así, como víctima última, la democracia también es trastornada en un mercado de decisiones individuales sin ningún tipo de esperanza o solidaridad colectiva.

A esa muerte tácita de los fines comunes en las sociedades democráticas sobrevienen estos grupos, que explotan esa ausencia de fundamento para sustentar sus teorías conspirativas y establecer credos políticos o religiosos que llenen el vacío que hemos creado. Es por esa razón que el intento de vencerlos en la arena democrática tiende al fracaso: a diferencia de nosotros, ellos han creado una visión que, aunque irreflexiva y dogmática, basada en el miedo, el odio y las mentiras, puede resultar más atractiva que el horizonte nulo y fragmentado alimentado en Occidente, el cual se nutre del escaso cumplimiento real de las rimbombantes declaraciones de derechos que hacen eco como grandes éxitos diplomáticos.

La fragmentación social ante el auge del individualismo neoliberal, que pone en riesgo al sistema democrático, exige una renovación del horizonte occidental a través del reencuentro del hombre con su naturaleza plenamente humana, la cual ha sido activamente obviada y desplazada por intereses técnico-económicos en apariencia más importantes. Sustituir dicha racionalidad puramente instrumental por el reconocimiento y la recuperación de la naturaleza humana, tanto en sí mismo como en los otros, renovaría nuestro fundamento en torno a un pacto solidario que no acudiría al juicio de la raza, la religión, la orientación sexual, la nacionalidad o la afiliación política, al reconocer en cada individuo sus capacidades, derechos y necesidades, a la vez que sus deberes y compromisos. La renovación solidaria, como herramienta contra los grupos radicales, podría ser clave en la salida de la crisis que enfrenta la democracia occidental.

Por Tomás Porras Naranjo

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juan(9371)27 de abril de 2021 - 12:39 a. m.
Es lo que dice Petro, gracias.
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