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Un brindis. Por lo frágil, por la vida. Por la sangre. Por el fin de la ceguera feroz. Por los muertos en sus tumbas, en sus ríos. Por el aguante, los abismos, la violencia que fue todos y ninguno. Por tomar el relevo. Por la vida que nos sobra, y el coraje que ya viene.
Por Xajamaïa Domínguez Mazhari
Ni es por la "patria" que nunca existe, ni por un pueblo, ni por un rato. Que se derramen las ideas en los labios. Que se estremezcan las calles entre anhelos. Por ser guapos, porque sí, porque ya es hora.
miedo. 1. m. Angustia por un riesgo o daño real o imaginario. 2. m. Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.
Es tara y veneno si no se domestica a tiempo; o al contrario, fuerza y empuje. Hoy, la relación entre miedo y fantasmas, entre el temor, lo imaginario y lo desconocido se hace evidente -y comprensible-. La esperanza es una trampa sensible, el anhelo un abismo fugaz. Pero sería imperdonable dejarnos ganar por el miedo. No vaya a ser que nos quede grande la vida.
¿Tenés miedo? Salí, votá, pronunciate. Y no por ti, ni por mí, ni por tu gente (aunque también, claro). Sal por los que no pueden, los que no quieren, los que no vieron que era ahora o nunca. Salí por los flojos, los entusados, los enguayabados, los descreyentes. Salí porque podés, porque es con vos, porque no hay de otra. Por los mezquinos, por los ajenos. Por el resquicio de luz que tenés entre tus manos.
Y si nada te convence, sal igual y vota, así sea por curiosidad. Porque no sabemos, porque no hay certezas, porque es hora de botarse al abismo. Porque se acabó el tiempo de quedarse agazapado, cobijado por la excusa triste y fácil de la violencia; ese “estamos jodidos” determinista y determinante de esa desidia sin raíz y destructora. Sal porque no es cierto. Que la paz no es un sofisma, ni buscarla es de mamertos. Que no hay guayabo que valga y la patria es un invento.
Y si no sales, ¿no pasa nada? No te pasa nada, quizás. Los muertos seguirán muertos. La sangre seguirá sangre. La guerra seguirá guerra, y tú, tan campante.
Que corra la tinta y se apaguen las armas -suena la voz imaginada de Fabio Rubiano: “Sin bala, mi amor. Sin bala".
