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¿Un nuevo campo en el siglo XXI?

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Columna del lector
10 de noviembre de 2014 - 02:00 a. m.
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Colombia dentro de su estructura productiva siempre ha sido un país que se identifica con el cultivo o explotación de un solo producto en especial. Al evidenciar esto se nota que no solo se genera dependencia por los monocultivos o las monoexplotaciones, sino que además se producen desatenciones sobre el resto de la economía.

Durante gran parte del siglo XX este fenómeno se evidenció con el café, y hoy por hoy con el petróleo y demás minerales como el carbón, lo cual ha desatado problemas ambientales, sociales, políticos, culturales e institucionales dadas sus formas de explotación.

Todo esto, dado que cuando el desenvolvimiento de una economía se sostiene en un solo producto, los descuidos sobre los restantes sectores no se hacen esperar, ocasionando así una interrupción entre la comunicación que pueda existir entre el Estado, las instituciones (ya sean públicas o privadas) y el sector afectado en cuestión.

Esto último es lo que ocurre actualmente con el campo, la agricultura y los campesinos colombianos, porque la exigencia constante de una explotación extensiva de minerales en el país han ocasionado que el sector primario, el sector que autoabastece a la nación en materia alimenticia se haya visto afectado de forma transversal, y que las políticas públicas para atender el sector se basen en subsidios transitorios que lo único que generan es una solución coyuntural más no estructural al problema rural.

Claro que no solo el problema y sus respectivas soluciones se pueden ceñir a las políticas de gobierno y al rol de éste, ya que la ausencia de un andamiaje institucional adecuado en el sector agrícola ha generado un teléfono roto entre lo que en realidad necesita el sector y lo que puede brindar el Estado.

Aunque no todo hoy en día es malo y se percibe una luz de que ilusiona no solo al sector agrícola sino a todo el país, a causa de que las nuevas políticas de Estado implementadas desde el año anterior, en donde hago alusión al Censo Nacional Agropecuario (llevado a cabo por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, DANE) y a la Misión Rural (encabezado por el Departamento Nacional de Planeación, DNP) rompen la trayectoria mono-productiva que se viene teniendo, porque con base en estos proyectos se buscará un diagnóstico lo más detallado posible de la situación actual del campo en Colombia y a partir de esto, poder responderle al país con el significado convencional de la economía: me explico, poder decirle al campo qué producir, cómo producir y para quién producir.

Posiblemente aún existe escepticismo en lo que estos dos macro proyectos puedan generar en el país y más específicamente en el campesinado, pero son la cuota inicial de una ruptura con el asistencialismo coyuntural y que posibilita la puesta en marcha de nuevos diseños de política pública del campo, por el campo y para el campo, y junto a ello, poder pensar en un desarrollo inclusivo, un desarrollo social, ambiental, económico, político e institucional en el que las esperanzas no estén puestas en un solo producto. 

* Gustavo Acero

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