Por Juliana Pardo Enciso
Salimos a las calles, gritamos por nuestros derechos con un pañuelo verde o azul en la mano, discutimos con media familia y amigos. Aun así, la Corte Constitucional decidió que todo seguiría igual; el derecho al aborto legal y seguro solo existirá bajo tres condiciones: tener dinero, tener un buen abogado y, la más terrible, no decirle a nadie que se practicará el procedimiento porque acá todos tienen derecho a decirle qué hacer con su cuerpo menos usted misma.
En Colombia, tenemos derecho de interrumpir la gestación de un feto si corre riesgo la salud de la madre, si existe malformación del feto y si el embarazo se dio por causa de violación. Vale la pena admitir que existen pequeños detallitos escondidos alrededor del tema, tanto para poder realizar el procedimiento, como para que nos puedan negar el mismo. Si se tiene dinero, se puede ir a una clínica exclusiva en las principales ciudades del país y solicitar el procedimiento: fácil, rápido y seguro.
Puede solicitarse un aborto en una EPS alegando afectaciones en la salud, incluida la salud mental; acá vemos lo complicado, la EPS no siempre reconoce esto o alegará, a su vez, problemas éticos y morales que no le permiten realizar dicho procedimiento. Probablemente atrasará el proceso, tal vez varios meses, y el bebé ya podrá haber dejado de ser llamado feto y estará en los brazos de su madre. Aquí aparece nuestro salvador abogado, quien será el único capaz de lograr tremenda hazaña; todos conocemos el problema de lidiar con una EPS incluso para que nos saquen una muela; no queremos ni imaginar el problema de un feto.
Vivimos en un país de libre expresión, acá salimos a gritar a las calles (a veces volvemos con heridas por el Esmad, o no volvemos, pero en teoría lo podríamos hacer), nos creemos con el derecho de criticar todo lo que haga el de al lado y alegar en Twitter sobre las decisiones morales de los demás; pero si contáramos con cualquier causalidad para poder solicitar un aborto, ojo, no podemos decírselo a nadie. Podríamos practicarlo legalmente en un centro médico, pero calladitas. Dígale a alguien y, por fuera de lo que usted pueda sentir, le contestará que está mal y efectuará una demanda legal, acusación moral frente a su iglesia o desprestigio público.
Entonces, quedamos igual, tenemos las mismas tres causales para realizar un aborto. El presidente podrá seguir aclamándose “provida”, dejando que miles de mujeres se practiquen abortos caseros o asistiendo a centros clandestinos para realizarlo; podrá seguir celebrando las decisiones de la Corte Constitucional que no incluyan su nombre o el de su equipo en bombardeos a menores en Caquetá.
A la vez, seguiremos confundidos sobre quién deberá tomar las decisiones sobre nuestro cuerpo, pues al parecer ni las instituciones lo saben. Aun el Congreso alega que este caso debe ser estudiado por ellos, pues ha reclamado a la Corte Constitucional que al ser un caso de derechos humanos no es responsabilidad suya. La Iglesia alega que solo Dios (y ellos) podrán tomar la decisión sobre la vida de una mujer embarazada y el feto. Y, por último, la familia y Twitter también creen tener la autoridad del caso… ¿Es que no podemos decidir nosotras mismas? Es el mes de la mujer, ¿no es como cuando es tu cumpleaños y puedes decidir que hacen tú y tus amigos durante todo el día?