Máquina de Moler

Leonor Espinosa

Doña Gula
19 de diciembre de 2017 - 02:00 a. m.

La envidia sana no existe. No soy amiga íntima de Leonor. Me la presentó el finado Kendon McDonald cuando ella dirigía la cocina de Matiz. En los últimos 10 años, cada vez que el destino nos junta, nos saludamos con cariño. Escribo estas líneas porque “a mi manera” creo conocerla lo suficiente para expresarle sin animo de adulación mi más sincera admiración por el premio que le ha sido otorgado en días pasados. Históricamente y más aun culturalmente, el oficio de cocinera en Colombia es un destino asignado a las mujeres, cuya carga y condiciones de trabajo ha sido por lo general, despiadada y a la vez peyorativa. Leonor antes de convertirse en cocinera estudió en la universidad: primero ciencias económicas y luego artes plásticas; es decir, tuvo el privilegio de estudiar la ciencia y la estética antes de llegar a la cocina. Leonor lo sabe: en Colombia existen millones de mujeres quienes siendo analfabetas son excelentes sazonadoras y amantes del fogón. Leonor también sabe que esas mujeres existen y es con ellas y gracias a ellas que ha consolidado su indiscutible conocimiento y su magnifica obra. En los últimos 15 años el oficio de cocinera profesional ha tomado en nuestro país un significado realmente importante. Hoy existe un verdadero ejército de mujeres “chefs”, casi todas provenientes de familias adineradas, quienes se han especializado en Europa y otras latitudes (Estados Unidos, México y Perú) y por lo tanto conocen y desempeñan su oficio con incuestionable maestría. Leonor Espinosa ha recibido un reconocimiento que hace honor a “la mujer cocinera colombiana”, no importa su clase social y su prestigioso recorrido académico. A finales del 2015, Leonor Espinosa publicó un impecable libro titulado: Leo El Sabor; en dicho libro, Julián Estrada Ochoa (antropólogo culinario) escribió: “Todo lo que ha hecho Leonor Espinosa por la cocina de nuestro país tiene su impronta. Pero sin lugar a dudas la razón de su permanente empuje y entusiasmo es Laura, su hija, otra mujer sin molde y plena de condimentos derivados de su amabilidad y conocimiento”. Nietzsche decía: elogiar es peor que censurar; mis líneas anteriores son sinceras y las complemento con este breve y directo mensaje: Leonor, disfruta este premio y comételo con toda la serenidad y la paciencia que exige degustar un buen plato. Te lo mereces ¡Buen provecho!

 

 

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