Salvo contadas excepciones y a un mes de la elección de alcaldes, gobernadores, concejales, diputados y ediles, la actividad política y lo que la rodea despliegan un sentimiento generalizado: la desesperanza.
Este país no evoluciona políticamente, no cambia. En materia electoral, todo es, al parecer, igual o peor que antes. La política regional, sobre todo, se ha convertido en el pozo séptico de la sociedad colombiana y, en consecuencia, allí se congrega lo más sucio de los más sucio. Todo es nauseabundo, huelen mal las personas y sus mañas.
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