Lo que es con Ordóñez es conmigo

Antieditorial
01 de mayo de 2017 - 02:00 a. m.

Por Juan Camilo Cuellar Mantilla

La línea argumentativa de El Espectador falla al interpretar como legítima la decisión (o desviación) por la cual Gaviria se declara ateo. Debe hacerse notar que durante la historia se han enlistado más de 3.000 dioses, eso sin contar los millones (y no es exageración) con los que cuenta el hinduismo. Si la religión es la constante, su negación no puede ser otra cosa que una contravención al orden natural y la preclara vanidad del ministro al apartarse de esta norma da cuenta de una patología y un egocentrismo irreductible.

Más aún cuando nosotros, los católicos apostólicos y romanos, somos los depositarios de la única y verdadera fe, es decir, no se trata de que Gaviria crea en un dios menos de todos los 3.000 que desconoce, al contrario, desdice de la única deidad verdadera entre tan amplio conjunto.

Por este motivo es indudable que nuestra doctrina, por su inmensa trascendencia, debería ser el fundamento de toda jurisprudencia y moral, máxime cuando somos mayoría los que la profesamos en Colombia, y si dos cabezas piensan mejor que una, millones piensan superlativamente mejor que las alienadas mentes de unos cuantos relapsos que rechazan las tradiciones y principios que nos son más queridos.

Gracias a este principio de elemental aritmética, que miles se niegan a entender, es que la democracia mantiene su vigencia, siendo prueba la innegable popularidad de Álvaro Uribe, quien ha podido dilucidar como ninguno (un intelectual hecho a pulso, diría Fernando Londoño) las inquietudes y temores de nuestra abatida nación.

Tal vez ciertos prójimos pregunten con impía intención por qué el catolicismo es veraz en comparación con otros credos, incluyendo la exégesis que los cristianos y otras sectas se niegan a reconocer. No faltará el que cite a Horus, Mithra o Dionisio, dioses antiguos —mucho más que el redentor— con los cuales hay ciertas similitudes; bagatelas como haber nacido de una virgen, realizar milagros o resucitar.

Otros, tal vez de peligrosas corrientes historicistas, recuerden los escritos de Flavio Josefo, cuestionando como apócrifo su aporte sobre Jesús, sumado a voces que denunciarán que los evangelios fueron hechos mucho tiempo después de la muerte del hijo de dios, poniendo en tela de juicio su paso por este valle de lágrimas.

Así, cuando Alejandro Ordóñez recrimina las tesis del libelo de Gaviria, es precisamente porque ya desde su título plantea que ir contra la corriente es bueno y que es posible ostentar un cargo público sin profesar la fe mayoritaria.

Ni qué decir de las decisiones de una Corte Constitucional que también contravienen la voluntad popular, o de un Congreso plagado de voces cismáticas que a voz en cuello repiten el absurdo de un Estado laico, como si no se acordaran de la vigencia del Concordato. El exprocurador constituye la voz de la razón, sólo al reconocerlo podremos restablecer el orden social que portentos como Laureano Gómez nos legaron y que sólo ahora con movimientos como Restauración Nacional o Tercera Fuerza se recoge.

@leucozeit

 

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