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Lo que vi...

Hernán Peláez Restrepo
08 de diciembre de 2009 - 02:54 a. m.

De los juegos que vi, del campeonato colombiano, me quedó una sensación triste, porque cada día se entroniza más en nuestros equipos aquello de “pasa la pelota, pero no el hombre”. De allí la cantidad descarada y exagerada de cartones amarillos por juego.

Para refrendar lo anterior, dos muestras. En el juego Santa Fe-Nacional, Ómar Pérez, a quien habitualmente le cometen faltas, debió corretear a un contrario por un error cometido, perdiendo la pelota y para recuperarla recurrió a falta con amarilla. Es curioso, porque a diferencia de él otros jugadores, y con anticipación uno sabe, se ganan con sólo ingresar la cartulina.

La otra más sorprendente fue para John Charria, del Pereira. Por un error en la planilla empezó jugando, cuando figuraba como suplente y sin darse cuenta y no por culpa de él, vio la amarilla sin prácticamente haber comenzado el partido.

Para concluir que a quienes la merecen, a otros no y hasta para ingenuos como Charria, hay amarilla y parece una costumbre mecánica de los jueces. Por eso, mientras los jugadores, y es función de los técnicos, no se eduquen, seguiremos viendo esos partidos interrumpidos, lentos, broncos. Y, por supuesto, el soporte de esta observación, está en la larguísima lista de sanciones que emite semanalmente la Dimayor.

Hablando del fútbol mismo, ya hay cartas claras a falta de dos fechas. A Tolima, a Pereira y a Real no les va a alcanzar. Júnior está por jugar todo ante el DIM en su casa y no parece resignado, si así puede decirse, y está cerca de la Copa Libertadores por la vía de la Reclasificación. De allí la trascendencia del partido el miércoles.

Medellín no tuvo ningún reparo en superar al Real Cartagena, casi caminando, aplaudiendo sí, el retorno de Jackson Martínez al gol. Fue tal el asunto, que al final del juego Néstor Salazar, el veterano y líder de los perdedores, fue a abrazar al juez Óscar Julián Ruiz, en un patético detalle de impotencia. Como quien dice, no había nada que hacer.

Tolima visitó y le puso palo a la rueda del Huila, que a poco de terminar estaba provocando triple empate en su grupo, y por una equivocación vio cómo se iba una mejor opción para pelear en el cierre.

Nunca entendí por qué le anularon la acción de gol a Maggiolo. Como buen y reconocido cabeceador que es, fue a atacar la pelota, le ganó al del cierre y nada más. No vi posición adelantada ni cosa parecida. Esto para decir que así como a Nacional le dieron ventajas en partidos pasados, por errores arbitrales, esta vez se las cobraron por ventanilla.

 

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