¡Los anticonceptivos están muy caros!

Catalina Ruiz-Navarro
26 de julio de 2018 - 04:55 a. m.

Esta semana El Espectador publicó un artículo titulado “La pelea por evitar que los anticonceptivos bajen de precio”, en donde cuenta de las resistencias que ha recibido la iniciativa del Ministerio de Salud. “Sería la primera vez que esa cartera intentaría disminuir los valores de medicinas que los colombianos pagan directamente de su bolsillo”. El Espectador cuenta que a Minsalud llegó una carta de la Embajada de EE. UU. en donde le recordaban que a las farmacéuticas gringas que fabrican las pastillas anticonceptivas que circulan en Colombia, Bayer y Abbott, no les iba a gustar nada la baja de precios.

El texto también da cuenta de un concepto técnico que pasó Profamilia a Minsalud, sopesando las consecuencias de la reducción en el precio y en donde señalan que esa medida puede afectar la llegada de las pastillas y su distribución en Colombia. Un segundo artículo, “El injustificado silencio de Profamilia”, critica a la entidad por no dar explicaciones públicas de este concepto a los medios a tiempo. En esta primera crítica tienen toda la razón, no hubo un buen manejo mediático del asunto. La entidad ya sacó un comunicado diciendo que sí apoya la baja de precios de los anticonceptivos y el asesor científico de Profamilia ha explicado en medios la letra menuda: si se regula el precio de los anticonceptivos por su contenido en miligramos o los componentes activos, para las farmacéuticas no va a ser negocio mandarnos a Colombia las pastillas de última generación, que tienen una mínima carga de hormonas. De hecho hoy en día estas pastillas no circulan en Colombia. Esto es un problema para las mujeres, porque es necesario que tengamos opciones de todo tipo de pastillas anticonceptivas, cada cuerpo responde de manera diferente a los medicamentos y es importante que tengamos opciones con bajas cargas de hormonas, porque las pastillas anticonceptivas tienen serios efectos secundarios. Vargas dijo claramente en varios medios que Profamilia no está en contra de la reducción del precio de los anticonceptivos y que su objetivo es proteger las opciones de las mujeres colombianas.

Sin embargo, El Espectador lanza unas cuantas suspicacias sobre esta postura, pues Profamilia tiene un acuerdo con Bayer para la distribución de las pastillas anticonceptivas, el producto más vendido en Profamilia Farma: “Ese había sido un buen año para Profamilia. Su unidad de Farma había crecido 28 %, lo que representó unos ingresos por casi $37.000 millones. Pero era una cifra que se quedaba pequeña frente a la de 2014”. Sin embargo, lo que estas cuentas no aclaran es que Profamilia es una entidad sin ánimo de lucro, así que cualquier ganancia que devenga de la venta de anticonceptivos se reinvierte en la misma organización, que presta servicios en salud sexual y reproductiva de las mujeres en Colombia. Profamilia se encuentra en una situación difícil, pues también es cierto que estas ventas impactan su sostenibilidad.

Hay una verdad innegable: las pastillas anticonceptivas en Colombia duplican y triplican el precio que tienen en otros países. Esto es gravísimo, porque significa que para poder usar este método de planificación, que no es perfecto pero es uno de los más seguros, toca tener plata: entre 30.000 y 80.000 pesos, que no son cualquier cosa. Esto quiere decir que el acceso es prácticamente imposible para las adolescentes y mujeres pobres, y más todavía si están alejadas de los centros urbanos. Esto, sumado a la casi nula y retardataria educación sexual que reciben las niñas y mujeres en Colombia, se convierte en un problema de salud pública pues aumenta las cifras de embarazos no deseados, entre ellos embarazos adolescentes, que suelen perpetuar las condiciones de pobreza. El Estado colombiano no ha hecho la tarea de garantizar nuestros derechos sexuales y reproductivos. Esa tarea la ha hecho Profamilia. La advertencia que hace la organización sobre la posibilidad de un desabastecimiento en el país es real, así funciona el libre mercado, pero también es una pataleta de las multinacionales, ya que si las pastillas son más baratas y hay una mejor educación sexual, puede aumentar su consumo.

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