No hay nada más sólido que un cartel de productores apoyado directamente por el Estado para imponer precios que superen ampliamente los que fijaría la competencia nacional e internacional. En Colombia existen dos grandes carteles que producen bienes de consumo masivo y crecientes volúmenes de exportación, como el azúcar y el aceite de palma, pero que además dan lugar a biocombustibles que se mezclan a la gasolina y al diésel con precios fijados directamente por ellos en connivencia con el Ministerio de Minas.
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