Los empleadores

Beatriz Vanegas Athías
27 de febrero de 2018 - 02:00 a. m.

Según el censo de la Registraduría Nacional hay 36’024.467 ciudadanos colombianos habilitados para votar en las elecciones del 11 de marzo. Es decir, somos una millonada de potenciales empleadores para los miles de aspirantes a tener un cargo para dirigir a todos los que a su vez los escogieron. Entonces, el asunto es si estamos dispuestos a escoger los miembros idóneos y humanos para que lleven a buen puerto la empresa de la que vivimos o escogeremos a los que nos desfalcarán y arruinarán la empresa.

Es como si usted, lector, lectora, fuera la dueña de la empresa y acabara de abrir una convocatoria para 20 cargos, por ejemplo. Y decide en un acto suicida escoger a los que vienen recomendados por las peores lacras, y se obnubila o enceguece con las referencias familiares plagadas de delincuentes caribonitos, pero delincuentes, al fin y al cabo. ¿Hacia dónde irá esa empresa? No me diga que la sagacidad y el prontuario de los 20 escogidos la sacarán adelante. Tal vez ello será así por un tiempo, pero más temprano que tarde ese barco hará agua por la escotilla, por la proa, por la aleta, por la amura (de babor y estribor), por la cubierta, incluso por el casco… Hasta hundirse como se halla este barco llamado Colombia en los actuales momentos.

Somos los empleadores del candidato del expresidente Uribe, que carga en su haber las más nefastas recomendaciones de negocios infames con mafiosos y paramilitares. Somos los empleadores de Humberto de la Calle, candidato del venido a menos Partido Liberal, que es mucho personaje para un partido que no supo sostener sus ideales y se hundió en el mar de la corrupción. Somos los empleadores del candidato Gustavo Petro, que hoy se erige como una esperanza por su discurso claro, coherente e inteligente, llamado populista por esgrimir un panorama de básica equidad social que nunca han brindado quienes así lo califican. Somos los empleadores de Germán Vargas Lleras, el candidato más sinuoso y de temer por su capacidad para escenificar con todo su esplendor al gamonal que endosa votos por dinero y puestos de trabajo. Somos los empleadores de Sergio Fajardo, que no ha podido desprenderse de su discurso ambiguo. Con Fajardo sucede que tiene muy buenas recomendaciones, impecables (los senadores Claudia López y Robledo), pero su idoneidad siempre genera desconfianza. Somos los empleadores de Piedad Córdoba, que, aunque no figure en las encuestas, pienso que será la sorpresa. Porque aún hay gente agradecida con su lucha por los secuestrados, la mujer, los indígenas, la comunidad LGBTI, porque nunca ha sido corrupta.

Tenemos las hojas de vida de estos señores que buscan empleo. Tenemos también en nuestro poder la posibilidad de escoger a los senadores, a los representantes a la Cámara para que hagan prosperar esta empresa en la que tenemos el sueño de hacer tangibles nuestros proyectos de vida. Actuemos con pragmatismo. Leamos con raciocinio esas hojas de vida y no escojamos al enemigo para que nos siga desfalcando.

 

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