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Los hombres del ex presidente

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Reinaldo Spitaletta
29 de noviembre de 2010 - 09:08 p. m.
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Uno pensaba –iluso que es uno- que el hombrecito se iba a dedicar a tomar café sobre sus caballos de paso, sin derramar ni una gota; o a viajar a las finquitas, ahora que ya no hay retenes de la  guerrilla; o a sembrar palma africana, o tal vez a hacer un curso de cómo lucir un frac, o a inventar una variedad de bandeja paisa. Otros creyeron también que se dedicaría a asesorar los negocios de sus hijos o que se matricularía en una asignatura sobre buenos modales.

Qué va. Eso no es posible para alguien que no sólo ama el poder, sino que se cree el poder mismo. Claro, estos delirios no han sido extraños en nuestra historia de circos y tragedias. Pero en este caso, el asunto ya toma aspectos chocantes, porque es como si el “Señor de las sombras”, como alguien lo bautizó, estuviera todavía sentado en el solio de Bolívar. ¿Por qué? Pues por casi nada.

Como entró en la onda del twitter, manda mensajes de agitación e iracundia por doquier. Otra vez contra la justicia, contra la Corte, contra quienes no aprobaron su elección, reelección y mandato, y de contera dicen que ha sido él el peor presidente de la historia de este país de bandidos y de uno que otro poeta. Ah, y a los poetas ya no se les puede rendir honores, porque eso, desde el punto de vista del Estado, es incurrir en gastos, además inútiles, como pasó con el profeta Gonzalo.

Volviendo a nuestro hombre (u hombrecito, para no disonar con su amor a los diminutivos), parece haber perfeccionado su estilo, el mismo que utilizó durante ocho años de gobierno. Así que no debía parecernos raro lo que hace ahora. No deja, sin embargo, de ser extraño que diga que no hay garantías para los procesados, sobre todo para aquellos que tuvieron que ver con la yidispolítica, la compra de notarías, las chuzadas del DAS.

La desesperación (eso parece) es tanta que vuelve a emprenderla contra la organización de justicia del país, el fiscal y hasta con su “pupilo” el procurador. En su pataleta aconseja a sus ex funcionarios, comprometidos en el caso de las “chuzadas”, a que abandonen el país. Intenta, otra vez, polarizar el país en torno a su nombre.

Su discurso parece estar dirigido a defender la impunidad, de un lado, o, en última instancia, a que no vayan a relacionarlo con el espionaje que el DAS, de modo ilegal, realizó a magistrados, opositores políticos, periodistas. Pero ahí están implicados los hombres (y mujeres) del presidente (o del ex presidente). A qué viene lo del asilo de Panamá a la ex directora del DAS, y que el ex presidente (según la señora Hurtado) le haya sugerido esa maniobra.

Otra cosa. Las desbocadas declaraciones del ex presidente en torno a que no es confiable la justicia colombiana, le abren posibilidades a que sea la Corte Penal Internacional la que investigue, lo cual, desde todo punto de vista, sería muy interesante. Y como lo advirtió un analista, el discurso del ex presidente quedaría equiparado, en ese tema, con el de las Farc y el de Piedad Córdoba. Qué cosas tiene la vida.

Durante el gobierno del ex presidente hubo varios periodistas e investigadores sociales que tuvieron que exiliarse, por peligrar su vida, entre ellos el finado poeta, editor y reportero Fernando Garavito. Hoy los que se asilan son los de la cuerda del ex presidente, que estuvieron vinculados con las labores ilegales de espionaje.

¿Y por qué se asilan? ¿Acaso para que no lleguen a confesar de dónde procedían las órdenes de “chuzar”? Ahora parece que todos los implicados en esos delitos son inmaculados. Y si ellos no lo son, pues entonces que él, el ex presidente, que dice no haber dado “instrucciones ilegales”, quede como un ángel de la guarda. O un ángel del silencio.

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