Los valientes

Antonio Casale
10 de diciembre de 2018 - 03:00 a. m.

Valiente, según la RAE, es el que actúa con valor y determinación ante situaciones arriesgadas o difíciles. En las actividades de la vida que se llevan a cabo en equipo, como el fútbol, los valientes son pocos, pero cuando los hay y actúan como tal, imprimen confianza entre sus compañeros y esa confianza a su vez hace que el cuerpo se suelte, no piense tanto, actúe naturalmente, sin temor.

Teófilo Gutiérrez y Jarlan Barrera, en Júnior, y David Gonzalez y Germán Ezequiel Cano en el DIM, no solamente asumieron su rol de lideres, sino que pasaron al siguiente nivel, jugaron sin temor a la derrota, como si no tuvieran ninguna presión sobre la espalda, como si no estuviera en juego el título de campeón o, lo que es mejor, como lo que es, asumieron que en el fútbol la victoria o la derrota no son vida o muerte, son la consecuencia de los hechos y nada más.

La del sábado en la noche fue una de las finales más lindas, atrevidas y propositivas que se han visto en la historia del fútbol colombiano. Acostumbrados a ver partidos definitivos en los que los protagonistas juegan a no equivocarse, a no perder, a lo argentino o uruguayo, Júnior y DIM expresaron lo mejor de nuestro fútbol. Porque así como allá en el sur siempre se han sabido defender y resolver con un par de cracks en la ofensiva, esa es su manera de sentir el fútbol, y es respetable, aquí en Colombia el juego de la pelota siempre existió con único fin, divertirse, y eso hicieron los dos finalistas el sábado.

Teo es un jugador de otro mundo. Es capaz de lo mejor y lo peor en un mismo partido, pero lo peor no alcanza a borrar ni en un cincuenta por ciento lo mejor. Lee el juego, entiende que la que corre es la pelota, se divierte como un niño y eso lo sienten sus compañeros y la tribuna goza. Jarlan tiene la anticipación de su tío, el Pibe Valderrama, y es más veloz. Con eso le digo todo.

David González es un arquero de esos que ya no hay. Es un gato bajo los tres palos y protagoniza atajadas dignas de Supercampeones, la serie de dibujos animados con la que una generación se enamoró del fútbol. Le hicieron cuatro, pero de no ser por él podrían haber sido siete u ocho. Cano no sabe lo que es rendirse. Tiene el arco pintado entre ceja y ceja, busca los espacios, los encuentra, mueve las defensas contrarias y es efectivo en la otra puerta.

Los obsesivos de la táctica deben estar muertos de la piedra. Dirán que las dos defensas son flanes, que no están bien trabajadas y bla, bla, bla. Esta vez el fútbol colombiano recuperó su esencia. Júnior ganó por cuatro a uno, pero no hay nada escrito porque lo que saben hacer los dos es buscar el arco contrario. Tres goles no son mucho entre estos dos equipos, porque en los dos hay suficientes valientes.

 

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